2. Historia del vagabundo sin esperanza.

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Sentiste tu mano, la que estaba sobre la frente de Chimuelo temblar. Tus ojos pasaron de mirar al dragón a mirar a Hipo, tomaste aire y suspiraste. Había logrado captar tu atención, había logrado distraerte más bien. Con cautela quitaste tu mano de la frente del animal, aún te daba algo de miedo el hecho de que pudiera morderte.

- Vine aquí porque quiero aprender de ti, jinete de dragón. — Dijiste con firmeza, con convicción en tu tono, finalmente lo miraste directamente a los ojos. — Estoy dispuesto a cambiar mi forma de ver a estas bestias- A estas criaturas.

- ¿Quieres aprender de mí? — Preguntó Hipo, más para sí mismo que para ti. – Es la primera vez que un forastero llega aquí con intenciones genuinas... Estás diciendo la verdad ¿No? ¿No tienes otros motivos? – Te miró directamente una vez más mientras reposaba sus manos en su cadera.

- Estoy siendo honesto con usted. – Tragaste saliva, por el tono del jefe solo podías pensar en que ya lo han traicionado antes y en lo difícil que sería convencerlo.

Hipo pensó unos momentos en silencio y acarició su mentón mientras lo hacía, estaba mirando al piso y luego te volvió a mirar por al menos un minuto. Suspiró y te ofreció su mano.
Eso solo te puso nervioso y algo confundido, no era lo que estabas esperando.

- Ven, quiero mostrarte algo.

Tomaste su mano, él te sonrió a modo de darte seguridad y te ayudo a subir en la montura de Chimuelo, él se sentó frente a ti.
Con nerviosismo y sin saber de dónde sujetarte miraste a todos lados, buscando por algo, terminaste sosteniéndote de los bordes de la montura, tragaste saliva y suspiraste tratando de calmarte.

Esperabas una señal, cualquiera "Vamos" "Ahora" "Arriba" "Hacía las estrellas" pero nada de eso vino, de un momento a otro el dragón simplemente "Despegó" tú solo atinaste a liberar un no muy masculino grito y sujetarte firmemente del muchacho frente a ti, Hipo no dijo nada. Agradeciste eso, no hubieras podido soportar una burla.

Tus manos temblaban y tú mejilla estaba pegada a la espalda de Hipo, tu corazón latía a mil por hora y no lograbas regular tu respiración. Te negabas a mirar abajo o arriba o a cualquier lugar, tus ojos estaban firmemente cerrados, apretados.

De pronto el viento que abofeteó tu cara en un inicio, pareció bajar su velocidad de algún modo, o bueno, el dragón pareció disminuir la velocidad. Aunque todo pareciera ir más calmadamente no tenías modo de saberlo, tus ojos seguían cerrados y tú seguías firmemente abrazado al jefe vikingo frente a ti.

- Disculpa, el despegue no fue tan delicado... Ya puedes abrir los ojos.

Lentamente hiciste caso a la sugerencia, abriste tus ojos despacio, sin soltarte de Hipo. Miraste a tu al rededor... Eso eran... ¿Nubes? Tu respiración se aceleró una vez más y parecía que tu corazón pronto saldría de tu pecho, maravillado miraste a los alrededores, las nubes eran preciosas, era hermoso, era lo que habías soñado ¡Así se sentía ser un ave! O... Así se sentía ser un dragón. Con timidez soltaste solo una de las manos de tu firme agarre en la cintura de Hipo, estiraste tu brazo y sentiste el viento chocar contra él, era como cortar el aire, las nubes, reíste como si fueses un niño pequeño, no lo podías creer.

Hipo te miró por el rabillo del ojo, él solo sonrió y hablo de forma calmada, se notaba que ya estaba acostumbrado a todo esto.

- Lindo ¿No?

- Esto es... Maravilloso, jamás hubiera imaginado que se sintiera así. – Dijiste mientras tu mano pasaba entre algunas nubes, deshaciéndolas.

Realmente querías llorar, pero al estar en compañía de alguien más, trataste de contener las lágrimas lo mejor que podías. No eran lágrimas de tristeza, eran de alegría, nadie nunca te había visto llorar, preferías que se quedara así.

🍃ᴇʀᴇs ᴍᴜᴄʜᴏ ᴍᴀ́s🍃 Hipo X Male Reader.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora