24. Undir álögum þínum.

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Pero ojos cegados en orgullo, no reaccionan a ojos sinceros.

El amor es y será una cosa maravillosa. El viajero, el forastero, nunca había sentido algo así de fuerte. No tan fuerte por lo menos. Había amado antes o eso creía él. Nada se comparaba a este momento. Su actuar había sido mayormente frío gracias a su duro corazón, pero eso era en la aldea a la que pertenecía ¿Aquí? Se sentía blando.

Los ojos del hombre frente a él, quien estaba ahora acariciando su mejilla, siempre lo dejaban débil. Nunca supo cómo pelear contra ellos, como protegerse de esa dulce mirada que parecía ver más allá que los demás ¿Alguna vez tuvo oportunidad de ganarle al jinete de dragón? Si fuera una pelea de puños, probablemente, pero ese no era el caso.

No estaba seguro de las intenciones del hombre, del muchacho frente a él. Se sentía débil, expuesto, no tenía la fuerza suficiente para alzar la voz, cuestionar los consejos de Hipo. No tenía fuerzas para defenderse a sí mismo y a sus ideales.

No quería creer lo que Astrid había dicho.

¿Pero cómo negarlo si la prueba parecía estar ahí, justo frente a él?

Su cuerpo podía casi temblar, no por miedo pero por nerviosismo ¿Qué estaba planeando el hombre con todo esto? ¿Qué quería obtener con esas caricias? Quería escapar, correr, gritar en frustración ¿Cómo podía ser tan débil? ¿Cómo podía rendirse tan fácilmente ante algo tan... Suave?

Su cabeza, al ver todas estas acciones quería decirle a su corazón, que esta vez, sin duda alguna debía dejar crecer el amor, Pero fue su corazón, el que como nunca antes... Se negó. No había espacio en su corazón para algo que no fuera su deseo, su nuevo propósito. Su anhelo por cumplir lo que muchos habían llamado "Su destino."

Ahora que tantas personas creían en él, no se le hacía difícil creer que podría hacer cualquier cosa.

Era mucho más de lo que nunca había sido.

Y tenía que cumplir con su propósito.

Alejó la mano de Hipo de su rostro con cuidado y lo miró seriamente.

- Tú sabes que es lo que tengo que hacer. No puedo no hacerlo.

- Yo... Lo entiendo. No quiere decir que no me preocupe.

- Llegué hasta aquí ¿No? No voy a morir. – Ahora él era quién ponía su mano con cuidado en la mejilla del otro. Buscando darle seguridad.

- ¿No podrías esperar?

- Nunca dije que lo haría justo ahora...

- Eso es un alivio. – Suspiró y descansó su mejilla en su mano. - ¿Esa es tu nueva meta ahora? ¿Tu nuevo sueño? – Lo miró con esos ojos que parecían brillar, eso lo hizo dudar.

- Sí. Eso es lo que debo... Lo que quiero hacer y una vez este hecho. Yo seré libre de hacer todo lo demás. – Habló con tanta seguridad, que Hipo pareció tranquilizarse, pero a su vez, pareció algo triste ante la noticia.

 Hipo lo abrazó. Eso lo hice sentirse aun más débil, se sentía mareado, perdido. La fuerza de Hipo, su abrazo, su cariño, lo hacía sentir menos fuerte.

No es esto por lo que habías venido. Habías venido para aprender sobre los dragones y luego simplemente irte. No era esto lo que querías. Dentro de la debilidad que sentías ante la presencia reconfortante del jinete, solo pudiste regresar el abrazo.

No estaba seguro si le estaba haciendo un bien o un mal a Hipo, pero al menos esta vez, como nunca antes. Había elegido ser sincero. Le dijo lo que haría. Le dijo que eventualmente regresaría a su aldea. Le había dicho lo que planeaba hacer una vez ahí. Las reacciones de Hipo le hacían pensar que él, tal vez, esperaba que cambiara de opinión.

Era tan brillante, tan cálido ¿Quién se podría resistir?

Lo abrazó más fuerte y cerró sus ojos. Respiró hondo. Sintió su aroma, quería recordarlo. Pudo sentir que el contrario hacía lo mismo. Probablemente con distinto propósito.

Uno quería tenerlo plasmado en su memoria para recordar y el otro, lo quería para calmarse y sentirse seguro.

Podría o debería ser al revés. 

Y entonces, en el abrazo. Creyó en las palabras de Astrid y tragó saliva ante eso.

No debería haberlo elegido a él.

La presión lo hizo aguantar la respiración. No quería mentirle, aunque lo viera feliz. No quería mentir y decir que se quedaría y no iría a ningún otro lugar, sabía que era una promesa, una afirmación que no podría mantener.

Lo soltó y respiró hondo.

- La comida... Debe estar lista ¿No? – Cambió el tema.

- ¡La comida! Gracias por recordármelo (T/N).

Vio como Hipo se puso de pie para revisar la comida y mientras veía la espalda del muchacho, sentía su estómago vacío, no por hambre, pero por nervios. Sentía un nudo en la garganta, sentía sus manos temblar y su pecho... Su pecho dolía profundamente.

"¿Por qué a mí? ¿Por qué yo?" 

Miró a otro lado, al suelo. Se puso de pie y suspiró. No quería seguir mirándolo. Se sentía demasiado sensible. Nunca había tenido esta clase de problemas.

El joven (T/N) extrañaba a una versión aún más joven de si mismo, al que tenía una mirada despreocupada permanente y la ventaja de no importarle a nadie. Que si bien antes se sentía como un castigo, ante tener que tratar con esta clase de problemas, se sentía como un regalo.

Quería aprender todo lo que no sabía y no había podido comprender antes ¿Cómo regresas estas emociones sin hacer que algo salga mal? ¿Cómo puedes dar todo ese cariño? 

No quería que todo esto fuera un desperdicio.

Comió con un nudo en la garganta, no disfrutó la comida y no quedó satisfecho con ella. Lejos de pedir otro plato, solo se quedó ahí, Viendo el plato vacío, Jugando con la cuchara de madera.

Vivir sin lastimar, ser amigos ¿Por qué algo tan fácil para otros era tan complejo para él? Hipo ya lo conocía mejor y él había sido sincero con lo que quería hacer y lo haría.

Aún así tenía miedo de lastimarlo.

El amor se supone que te hace libre o eso dicen. 

(T/N) No podía ver en donde, Hipo no le había confesado nada pero la idea de ello lo estresaba. Lo hacía sentir como un pájaro en una jaula. Era como si desde ahora cada decisión debía ser tomada teniendo en cuenta esa información.

¿Cómo se aprecia el amor? ¿Cómo se vive? ¿Cómo lo das de vuelta?

- Hvað þarf ég að gera? — Murmuró.

🍃ᴇʀᴇs ᴍᴜᴄʜᴏ ᴍᴀ́s🍃 Hipo X Male Reader.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora