Muchas personas perdieron todo después del brote.
Verónica era una de ellas. Tuvo que sobrevivir, adaptarse y hacer lo que sea para mantenerse en una sola pieza.
Se sentía sola y sabía que no tenía nada que perder. O por lo menos eso pensó durante...
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Llegaron a los túneles. Vero sentía su corazón acelerado y sus manos frías y sudorosas, cosa que siempre le pasaba cuando estaba muy nerviosa.
—¿Ven? Está vacío. El plan sirve — dijo en un tono más alto.
Vero lo calló.
—¿"El plan sirve"? Llevamos dos segundos aquí. No sabemos nada — le habló Joel con un tono brusco.
—Un papá pesimista — le dijo Henry a Ellie.
—No es mi papá.
—No soy su papá.
Vero no pudo evitar voltear los ojos.
—Iluminen hacia adelante — dijo Joel avanzando de a poco — y prepárense para correr.
...
Se adentraron por completo en los túneles. El ambiente era húmedo por las cañerías y bastante tétrico por la oscuridad. Llegaron a un pequeño espacio, pintado con un castillo y muchas otras cosas infantiles.
La pintura ya se estaba cayendo y se veía bastante deteriorado. Enfrente, en donde estaba el castillo, había una puerta. Sam estaba por avanzar a ella, pero Vero puso su mano en su pequeño y negó con la cabeza.
Joel abrió la puerta despacio, y el interior hizo que a Vero la inundara un sentimiento de sorpresa. El interior estaba totalmente adaptado para niños. Muchos dibujos adornaban las paredes. Habían juguetes, mesitas y una portería de futbol.
—Oí de sitios como este — habló Joel — la gente se refugió bajo tierra después del brote. En asentamientos.
—¿Qué les sucedió? — preguntó Ellie, avanzando por el lugar.
—Quizá no siguieron las reglas y se infectaron todos.
Ellie solo hizo un sonido y se sentó en una mesa de juegos junto a Sam, quienes comenzaron a entenderse por la pequeña tabla del niño.
Vero se llevó su mano a su herida, y se sintió un poco aliviada al sentir que ya se estaba formando una costra.
—¿Te duele? — le preguntó Joel, acercándose.
Ella negó.
—Déjame ver — pidió, levantándole el cabello de la frente y examinando la herida.
Vero no se esperaba esa acción, pero lo dejó. Notó como su pecho se movía por su respiración tranquila, sus manos se sentían ásperas y era grandes, pero él trataba de no ser brusco para no lastimarla.