Muchas personas perdieron todo después del brote.
Verónica era una de ellas. Tuvo que sobrevivir, adaptarse y hacer lo que sea para mantenerse en una sola pieza.
Se sentía sola y sabía que no tenía nada que perder. O por lo menos eso pensó durante...
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Vero escuchó un disparo y supo que era Joel. Soltó un suspiro aliviado, pero frunció el ceño al escuchar motores de autos, se giró y vio la luz de estos.
Sus manos se tornaron frías y sintió un escalofrío que recorrió toda su columna.
Sin dudarlo, apretó su agarre a la mano de Ellie y comenzaron a correr, con Henry y Sam delante.
El camión comenzó a despejar el paso empujando los carros. Escuchó disparos y supo de inmediato que Joel trataba de cubrirlos.
Otro disparo sonó y Ellie tropezó, Vero la cubrió con su cuerpo mientras que ella se recomponía. El camión se desvió y chocó contra una casa.
Ellie se paró de nuevo y siguieron corriendo, pero el camión comenzó a chorrear gasolina, haciendo que explotara. Vero cubrió de nuevo, con su cuerpo, a Ellie, protegiéndola de los pocos escombros.
Frente a ellas estaba Henry, quien les hizo una seña. Vero tomó de los hombros a Ellie y corrieron hacia él.
—¿Estás bien? — le preguntó Vero a la niña, tomándola del rostro y examinándolo.
Ella asintió.
—No tienes escapatoria, Henry — le habló una mujer. Verónica escuchó que los hombres se estaban organizando para buscarlo y proteger el perímetro — ¿quieres salir y ahorrarnos tiempo?
—Voy a salir — habló Henry — pero deja que se vayan los niños.
—No. Lo siento — le dijo ella, fingiendo lástima — la niña está con el hombre y la mujer que mataron a Bryan, y Sam... Sam está contigo.
—¡No entiendes!
—Sí lo hago. Sé porque hiciste lo que hiciste. Pero ¿alguna vez te detuviste a pensar que quizá él debía morir?
—¡Es un niño, carajo!
—Los niños mueren, Henry. Mueren todo el tiempo.
Vero trató de respirar profundo para controlar sus impulsos por salir y disparar.
—¿Crees que el mundo gira en torno a él? ¿Qué él lo vale todo? Esto es lo que pasa cuando interfieres con el destino.
Henry se giró hacia Vero.
—Prepárate para correr con ellos.
La mexicana asintió, tomando a ambos de la mano.
Henry salió con las manos levantas, Sam iba tras de él, pero Vero se lo impidió, negando con la cabeza y dándole un apretón a la mano.
—Acaba como debe de acabar — dijo la mujer, recargando su arma.
Pero un estruendo evitó que saliera el disparo. Vero asomó un poco su cabeza y vio como el camión se hundía en la tierra. Unos gritos aparecieron y de pronto, muchos infectados comenzaron a correr hacia todos los hombres.
