Duelo 3 (Capitulo VII): El Espíritu más Libre.

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~Cernunnos, el Dios Celta de lo Salvaje, de la fertilidad, de la vida, los bosques y la tierra, un Dios enigmático para el mundo humano e importante ante el mundo de la Tierra Prometida, antes de ser un tanto olvidado en la actualidad, antes de ser demonisado, relacionado a Satanás por el cristianismo, antes de ser alabado por los antiguos irlandeses, Cernunnos el Dios Astado era de hecho un mortal... En un rincón recóndito dentro de un bosque casi oculto en Irlanda, el silencio de la naturaleza se veía interrumpido con el llanto desconsolado de un bebé, la criatura se encontraba sola, apoyada en las raíces de un gran árbol y tapado con una manta verde con bordado de caballos, era Cernunnos, el pequeño habría sido abandonado por su madre, pronto su llanto atrajo varios animales curiosos al lugar, quienes se detenían con tranquilidad para verlo, sin embargo, el llanto también había sobresaltado a un ciervo que se encontraba en el lugar, el animal asustado intentó arremeter contra el niño, pero cuando parecía que sus cuernos iban a atravesar a la criatura los ojos de Cernunnos se iluminaron de color verde, el animal se detuvo y tras retroceder se alejaría del sitio en lo que el pequeño continuaría con su llanto. Tras horas de llorar incansable mientras era rodeado por todos los animales del bosque finalmente un humano lo alcanzó a oír, era un cazador anciano que se encontraba buscando su comida en el bosque, el amable hombre se acercó con cuidado y en silencio al árbol mientras observaba como los animales huían del lugar por su presencia, cuando finalmente éste se asomó vió con sorpresa al niño al pie del árbol, el llanto del pequeño conmovió fácilmente al cazador quien colocó su arma en su espalda y lo tomo en brazos, acurrucandolo con ternura mientras shusheaba buscando tranquilizar los sollozos del bebé, sin pensárselo dos veces el anciano lo llevó envuelto en su manta hacia su cabaña que se encontraba casi a las afueras del bosque, lo recostó en su cama y mirando como la criatura cerraba lentamente los ojos para quedarse profundamente dormido el hombre se decidió a adoptarlo. A partir de ese día los años pasaron y el joven Cernunnos crecía, ante los ojos felices del Cazador que era testigo de cómo el pequeño bebé que salvó bosque aquel día ahora se volvía un joven hombre lleno de vida alegría, Cernunnos ayudaba a su padre con la casa, cocinaba, limpiaba, se ocupaba del mantenimiento a las armas las cuales en esos tiempos eran lanzas, dagas y cuchillos, puesto a que aún no se había descubierto la pólvora por esos tiempos, aunque no solía ser de ayuda en la caza debido a que era un chico escuálido, delgado y sin demasiada fuerza, aunque era astuto como ninguno en esa época, para compensar sus falencias a la hora de cazar creaba trampas que solían funcionar,

Anciano -Vaya... Nunca voy a entender cómo se te ocurren estas cosas niño-

Cernunnos -No lo se... Solo se me ocurren, creo que me es fácil-

Anciano -Cielos, tienes una mente privilegiada no cave duda, la gente es muy barbara en estas épocas, a veces sueño con un mundo donde las personas seamos más capaces de comprender la vida, sin necesitar de matar y sobrevivir... Y cuando te veo, me das fe, fe de que un día todos sean como vos... Estoy orgulloso hijo-

Cernunnos -Te quiero viejo-

sin dudas eran días felices para el futuro Dios, tiempos que como todo se irían volviendo recuerdos con el paso del de las horas, Cernunnos crecía feliz mientras su padre envejecía cada vez más, y más... Hasta que llegó ese día en el cual un joven Cernunnos de 21 años debió ver partir a aquel que alguna vez le salvó cuando apenas era un bebé, el buen hombre había fallecido y el joven se quedaría solo a partir de ese día.
Los siguientes años serían algo difíciles para Cernunnos, el chico cazaba con sus trampas para sobrevivir, sin embargo no lo sentía algo correcto, por esos entonces la humanidad vivía en un estado casi salvaje, vivían en pequeñas comunidades de Diez o Veinte integrantes y solo se enfocaba en cazar y sobrevivir, pero Cernunnos no era así, el era más débil, sinnembargo también era más listo, y más sensible que los demás, al contrario que las personas el joven se sentía terrible ante la violencia hacia los animales, y con el paso del tiempo éste comía menos, hasta que llegó aquel día en el cual una de sus trampas había atrapado un venado, el animal se quejaba sin cesar, mientras Cernunnos se acercaba a el vió como la pata del animal se encontraba cubierta de sangre, éste se esforzaba para salir de ahí inútilmente, el joven con una gran pena preparó su lanza con la intención de acabar con el sufrimiento de la pobre criatura, lanzándola para finalmente concluir con su vida, en ese instante una sensación de asco y angustia enormes recorrieron el cuerpo del chico cual escalofrío, de alguna manera Cernunnos parecía sentir que ya había conocido al animal, pero cuando se puso de rodillas para soltar su trampa éste escuchó un sonido venir desde sus espaldas, era el sonido de un animal, tras darse la vuelta Cernunnos vería con lágrimas en los ojos a un par de cervatillos que se encontraban escondidos, temblando de miedo observando atentamente el cuerpo sin vida del ciervo, ¿Acaso se trataba de las crías del Ciervo?... En ese momento Cernunnos no pudo reaccionar de ninguna otra manera que no fuera deshacerse en llanto, angustiado y arrepentido el joven gritaría al cielo con su voz entrecortada y prometería desde ese día no volver a comer carne de ningún ser vivo nunca más, y así lo haría, Cernunnos comenzaría a cultivar y cosechar, pasando los próximos meses alimentándose únicamente de frutas y verduras, deambulando por el inmenso bosque en busca de éstas y de criaturas que pudiesen requerir su ayuda, así el joven escuálido sería seguido por los animales del lugar, como un profeta siendo acompañado por sus discípulos. Durante el siguiente año Cernunnos se mantendría adelgazando más que antes, su alimentación parecía no darle un buen resultado, sin embargo, a pesar de su estado el joven sentía una paz inexplicable, algo que llenaba su alma de una cálida sensación, y eso era razón más que suficiente para continuar con su promesa. Finalmente 2 años habían pasado, un Cernunnos de 27 años se encontraba sentado, meditando rodeado de animales que dormían placenteramente, la paz en ese lugar era palpable en el aire y en el corazón del futuro Dios, éste se veía en los huesos, tan delgado como uno se pudiera imaginar, pero más feliz que nunca, el hombre respiraba tranquilo, disfrutando de la compañía de las criaturas del bosque, cuando de repente sintió un fuerte dolor en el pecho, a Cernunnos ya no le quedaban fuerzas, siempre fue alguien sin mucha resistencia y el no alimentarse bien, para lo que requería su cuerpo, lo llevó a un colapso, si cuerpo había tocado fondo y lo sabía, pero no sé arrepentía, su corazón sabía que le había hecho un bien a la naturaleza,

El Juicio Final: Duelo De PanteonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora