Capitulo 24

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El amanecer tiñe el cielo con un esplendor que Will no se detiene a apreciar.

Los tonos rosados y dorados tras las nubes solo funcionan para mostrarle el camino a seguir.

Tuvo que dormir en una banca lo que restó de la madrugada.
Sus brazos se han congelado y le cuesta caminar, pero a pesar de ello su espíritu sigue inquebrantable.

De pie frente al formidable edificio debe controlar su aroma y respiración.
Entra con sigilo, sorprendido al ver que nadie está ahí para impedirle el paso.

Avanza con cautela, usando toda su energía para recordar con exactitud la posición de la puerta a llamar.
No debe equivocarse o su plan podría terminar en un gran problema.

Extendiendo el brazo da tres suaves toques que repiquetean igual de fuerte que su corazón en este instante.

Lo sabe sin necesidad de corroborar.

Tras esa puerta se encuentra Hannibal.

Un aire de déjà vu lo lleva al pasado, recordando las veces que tocó la puerta de su casa en Baltimore.
Aquellas reuniones acogedoras, la comodidad de saberse con alguien que lo entendía.
Y a quien creía entender.

Conforme la puerta se abre un suspiro también se desprende de sus labios.
Sus ojos se encuentran y los sentidos se agudizan al sentirse tan cerca.

Ninguno de los dos puede hablar y solo después de mucho tiempo el mayor desliza con pesadez su mirada al cuerpo de Will. Analizando.

El agente quiere alzar las manos para indicarle su falta de armas.
Todo le ha sido desprendido junto con su chamarra y por la mirada de Hannibal sabe que también perdió su confianza.

-Will. Que sorpresa verte-

Las palabras rasposas del psiquiatra salen más cordiales de lo que hubiera imaginado.

Su cuerpo le pide que olvide la cortesía y se lance sobre él.
Golpear al agente por casi hacer que su hijo naciera en prisión.
Encerrarlo para que solo cumpla su labor de Alfa y jamás permitirle volver a enamorarlo.

-¿Te gustaría desayunar?-

Pero no. No podría hacerlo, no a Will.

La oferta toma al Alfa por sorpresa, reflejando en su expresión la confusión y recelo acumulado por tantos meses.

-Me encantaría-

-Debiste tener un largo viaje, no es sencillo trasladarse de un continente a otro en altamar-

Will, arquea las cejas con incredulidad. No puede observar a su compañero quien en ese momento se encuentra trayendo los platos a la mesa.

-¿Cómo lo supiste?-

Un sentimiento extraño se apodera de su estómago. Es imposible que Hannibal estuviera al tanto de sus movimientos desde la partida ¿O si?

-El aroma a maresía impregna tu ropa, a pesar de ser cubierto por el jabón de lavandería-

El mayor deposita frente a él un omelette de hierbas frescas, así como tostadas de salmón ahumado y aguacate, acompañado de un té de jazmin.
Todo eso sin siquiera dirigirle una verdadera mirada.

Uno no decide de quién se enamora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora