Capitulo 22

138 29 2
                                    

Un bel dì, vedremo 
(Un buen día, veremos) 

Levarsi un fil di fumo
(Levantarse un hilo de humo) 

Sull'estremo confin del mare
(En el extremo del mar) 

E poi la nave appare
(Y entonces aparecerá el barco)

Poi la nave bianca
(El barco blanco) 

Entra nel porto
(Entrará en el puerto) 

Romba il suo saluto
(Resuena su saludo) 

Vedi? È venuto!
(¿Lo ves? ¡Ha venido!) 

Secando sus lágrimas se deleita con aquella formidable aria. No podía perderse tal obra y mucho menos al traerle intensos recuerdos.  

[Dos semanas antes] 

La luz del atardecer se filtra a través de las pesadas cortinas. 

Nada se ve diferente a cuando llegaron hace unas semanas, los muebles, la habitación, todo permanece inmutable. 

Sin embargo, el ambiente está impregnado de anticipación. Un nuevo comienzo, una nueva vida. 

Esa misma noche se marcharán y es probable que él FBI pierda cualquier rastro de su ubicación, incluso Will. No. Él sabrá cómo encontrarlo si desea hacerlo. 

Las maletas están alineadas minuciosamente sobre la cama, mientras el Omega dobla cada prenda con elegancia y precisión. Ha decidido cargar con poco equipaje, aún cuando la mitad de lo guardado no sea realmente suyo.

Sus manos van instintivamente a una camisa de cuadros que está seguro jamás vestiría. La tela es suave y resistente, manteniendo el aroma de su portador, aquello provoca que los ojos del Omega se cristalicen.
Toques frescos, algo de pino y a lo lejos la persistente fragancia a menta. 

Inhala con fuerza una última vez, antes de comenzar a doblarla.
En el proceso su mente va cobrando lucidez, enterrando las emociones en su palacio mental. 

Todo está bien, hasta que un dolor agudo lo detiene. 

Hannibal queda inmóvil, aún sosteniendo la camisa en sus manos. Espera pacientemente a que el dolor se desvanezca, no es la primera vez que sucede y ha aprendido a manejarlo. 

Solo que esta vez es distinto. 

Baja su mano con precaución hacia una zona en específico, sintiendo como su corazón se acelera por la tibieza en sus dedos y el aroma tan conocido de la sangre.  

Intenta mantener la calma, no obstante le es imposible al notar como aquel líquido carmesí continúa fluyendo sin intención de detenerse. Los días previos pasan por su cabeza mientras trata de buscar una explicación.
Generar un diagnóstico. No. 

Reconoce que no debe tomarlo a la ligera. Un autodiagnóstico no sería viable, su deseo de que todo esté bien podría jugarle en contra y hacerle ignorar puntos importantes.
Desde que llegó a París ha mantenido una dieta adecuada, paseos y cuidados, procurando no cometer el mínimo error. Jamás se permitiría sufrir un aborto espontáneo solo por su orgullo.

Uno no decide de quién se enamora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora