Capitulo 17

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El repiqueteo del papel quemándose le provoca satisfacción y desasosiego a ráfagas intensas.

Siente el calor del fuego lamiendo su cara mientras va depositando en la chimenea una a una las hojas de sus diarios tan pulcramente cuidados hasta ahora.

-¿No lo necesitarán sus pacientes una vez se haya ido?-

La mujer habla en un tono sereno y curioso, ayudándole a rasgar el informe médico de Abigail Hobbs permitiendo que se una al armónico chisporroteo del fuego.

-El FBI estudiará detenidamente mis notas si las dejo intactas… Les ahorraré a mis pacientes el escrutinio-

Empujando con el atizador se cerciora de que todo quede reducido a cenizas. En pocos años Abigail pasará al olvido, como él.

-¿Qué le hace pensar que el FBI no tiene ya esa información?-

-No la tienen. Al menos no la mayoría-

Pronto el contenido de las estanterías de su consultorio ha quedado reducido a la mitad. Sabe que no podrá llevarse nada por más que lo deseé. Su vida en Baltimore ahora solo será un recuerdo.

-¿Conoce al Oficial Graham?-

El corazón de Hannibal da un vuelco al escuchar aquel nombre salir de su boca, casi provocando que exhale un suspiro.

Gira con lentitud alimentando la esperanza de encontrarse con el desaliñado hombre, pero como era lógico su única compañía es la Alfa, lo suficientemente intoxicada para poder hablar con él sin temor.

-Lo hago, ahora es un Agente especial-

-¿Enserio? Siempre vi potencial en él-

Con una sonrisa la mujer contempla los trazos en el papel. En ellos se encuentran impregnados cada uno de los sentimientos que Hannibal fue desarrollando conforme lo conocía. Will Graham. Su musa y su perdición.

Nunca creyó que en pocos meses llenaría en su totalidad los cuadernos que guardaba en la biblioteca, usados para plasmar su silueta, su esencia, pero sobre todo su mirada.

La expresión satisfecha al tomar su taza de café en la mañana.
El brillo en sus ojos mientras habla de sus perros.
Las pequeñas arrugas que se forman cuando ríe.
También,
La furia que muestra al proteger sus principios
Y el fulgor salvaje que baila en sus pupilas durante el sexo.

-¿También quemarás esto?-

No dice nada.
Perdido en los fantasmas de las caricias que Will dejó antes de marcharse.

Poniéndose de pie retira de sus manos la crónica de su amor, cada emoción expresada en el carboncillo con escenarios fugaces y comprometedores.
¿Podrá tener un nuevo retrato alguna vez?

-Vamos, nuestro invitado está aquí-

-Buenas noches Dr. Lecter ¿Puedo pasar?-

No sé sorprende al encontrarse con el agente Crawford una vez abre la puerta.
El hombre luce tranquilo, pero Hannibal logra percibir su inquietud por más que se esfuerce en ocultarla.

-Pase, por favor-

Avanza por los pasillos, permitiendo que el agente tome su distancia y detalle cada rincón como lo hizo Will la primera vez. Will. Con cada minuto que pasa sabe que no llegará a la cena. ¿Realmente lo delató? 

Uno no decide de quién se enamora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora