Capitulo 38

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La noche es más silenciosa que de costumbre. Una quietud que solo se da antes de la tormenta.

Sentado en el desgastado comedor Will observa los documentos del caso.
Sostiene el retrato que el FBI dibujó basándose en las cámaras del museo, reconociendo que de habérselo pedido Hannibal habría hecho un mejor trabajo.

-¿Qué te apetece para la cena de esta noche, Will?-

Acercándose a su amado, después de dejar una taza de café en la mesa, sujeta sus hombros comenzando con un lento masaje.

-Lo que prepares estará bien, Hannibal-

Suspirando cierra el documento echando levemente la cabeza hacia atrás. El aroma del Omega lo tranquiliza, trayendo consigo un breve descanso.

-Siempre he admirado tu habilidad en la cocina-

-¿Lo haces? Entonces tal vez deba esforzarme más esta ocasión-

Besando su frente lo suelta para volver a la cocina. El espacio es mínimo, por lo que no necesita avanzar demasiado.

En su trayecto echa un vistazo por la ventana, la noche está a punto de caer, transformando el cielo en un tono carmesí.

Sin perder más tiempo comienza a cortar algunas verduras para la cena, reemplazando el silencio con el repiqueteo del cuchillo en la madera.

-¿Sucede algo Will?-

Pasando los minutos el Alfa desconoce cuánto tiempo lleva admirando la silueta de su compañero, quien no tardó mucho en percibir su mirada.

-No, es solo…-

Carraspea antes de volver la vista hacia otro lado. Se ha quedado repentinamente sin aliento.

-Hay algo casi terapéutico en verte cocinar-

Apretando las manos siente un sudor frío recorrer su espalda, sorprendido al saber lo que eso significa.

-Es el arte de dar orden al caos, algo que ambos sabemos apreciar-

Sus movimientos se detienen al percibir un cambio sutil en el aroma del Alfa.

-¿Will, acaso tú…?-

Un disparo interrumpe la charla, borrando todo rastro de la anterior tranquilidad.

-Viene de arriba-

Hannibal apaga el fuego de la estufa antes de avanzar cerca de su compañero, quien ya ha sacado su arma.

El corazón de Will late con fuerza al percatarse que el disparo provino de su habitación. No escucharon el momento en que el Dragón entró a la casa.

Un repentino nudo se forma en su garganta al percibir la fragancia que emana del cuerpo de su pareja.

-Will, concéntrate-

El Omega lo reprende, sin atreverse a tocarlo. Puede sentir como sus feromonas Alfa inundan su nariz con intensidad, debiendo olvidarlo al ser asediados por una ráfaga de disparos.

Separándose ambos se cubren tras el mueble más cercano, pero las balas son más rápidas, acertando una en el hombro del menor.

El dolor rápidamente se extendió por su brazo, haciéndole solar el arma.

Uno no decide de quién se enamora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora