Los días siguientes transcurrieron entre prácticas intensas y la incesante búsqueda de mejoras por parte de Bruno. Sus compañeros de equipo lo notaron más enfocado, dispuesto a aprender de los errores del último partido del año pasado. Aunque seguía siendo terco.
El tan esperado viernes 5 de abril llegó, se notaba las vibras de los estudiantes con mucho optimismo ante el equipo de baloncesto, cada vez que veían a Bruno le daban ánimos y aplausos, sin embargo, Bruno solo asentía con la cabeza en agradecimiento, pero mantenía sus emociones bajo control. Mientras caminaba por el campus para relajar un poco su mente, se encontró nuevamente con la chica de la bicicleta que le gusta cerrar puertas con fuerzas. Esta vez ella estaba sentada en un banco, leyendo un libro, a su lado una libreta y un lápiz, llevaba su habitual coleta alta. No se detuvo a darle más detalles, siguió caminando junto a sus compañeros de equipo hacia la cafetería para comprar sus almuerzos. Las risas llamaron la atención de aquella muchacha y elevo su mirada hacia aquel grupo, el equipo de básquet que caminaban en grupo, su mirada cayo en aquel grandulón que reía junto con Pablo. Los conocía, claros que los conocía, todo el colegio, sabia quiénes eran ellos y sin duda todos conocían al apuesto Bruno, el grandulón como ella lo llamada, grandulón gruñón.
Los ojos de aquella muchacha cayeron el chillido incesante de un grupo muy extrovertidos de chicas, las porristas. Chicas lindas, con una actitud positiva y muy pero muy carismáticas, no había casi nada de malo en ellas porque aparte de ser un grupo de chicas muy guapas en sus uniformes, cuando quieren, eran personas agradables. Miro a su alrededor como varias personas las saludaban y ellas con cortesía respondían. Sin duda, Patricia dudaba poder hacer lo que ellas hacían.
- ¿Qué haces? - pregunto su mejor amigo sentándose a su lado, ella solo sonrió.
- Fantaseando con mi vida ¿y tú?
El chico subió los hombros, restándole importancia.
- Tomando un jugo de naranja y esperando la siguiente clase. Nada interesante.
A medida que los días que habían pasado, Patricia continuó con sus notas, prestando atención tanto a las porristas como al equipo de básquet. Mientras se sumergía en la dinámica del campus, notó que las tensiones entre algunos miembros del equipo aumentaban. Los rumores sobre rivalidades y conflictos internos circulaban por los pasillos.
Patricia caminaba por los pasillos con su libreta mirando detalladamente lo que iba escribiendo. Solo tenía notas vagas, nada contundente como para escribir una historia. Su atención la trajo una conversación al doblar el pasillo, la voz inconfundible de Bruno Molina junto a su mejor amigo mantenía una conservación. Patricia no sabía si regresar por el camino que vino y quedarse ahí de pie escuchando.
- No soy chismosa, mejor me voy. - susurro, pero la voz de Pablo interrumpió su escape.
- Morgan me pregunto si estabas saliendo con alguien.
- ¿Y qué le respondiste? - se escuchó la voz de Molina.
- Pues nada, le dije que no sabía nada de tu vida amorosa. - respondió Pablo. - para empezar ¿Tienes vida amorosa?
- Gracioso. - Pablo se ríe. - Sabes que no tengo tiempo para estupideces.
- Pero Morgan es una chica linda ¿No crees? También Antonella...
- No sé, no me fijo en esas cosas.
- Las chicas te adoran ¿Si lo sabias?
- Y los hombres también me adoran, no veo la diferencia.
Patricia decidió quedarse un momento más, escondida tras la esquina, intrigada por la conversación entre Bruno y Pablo. Las palabras que intercambiaban revelaban una perspectiva diferente del capitán del equipo de baloncesto, una que no solía mostrarse en público.
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Cheerleader
FanfictionEn la monótona atmósfera de la Academia Privada Aurora, Patricia Castro, una escritora apasionada anónima en busca de la esencia de la vida estudiantil, se sumerge en un camino de intrigas y romances inesperados. Cuando la monotonía se desvanece, el...