Capítulo 3

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Patricia Castro, la apasionada escritora en busca de la chispa en la cotidianidad de la Academia Privada Aurora, se embarcó en la tarea de crear una historia basada en las intrigas de los estudiantes. Siguiendo el consejo de su confidente Santiago, Patricia halló su musa en la conexión entre Bruno Molina, el capitán del equipo de baloncesto, y Antonella Lamas Bernardi, una porrista y amiga de toda la vida de Bruno. Inspirada, Patricia tejió un drama romántico que cautivaba a sus lectores.

A pesar de ganar seguidores, algo no encajaba en el plan perfecto de Patricia. Mientras revisaba las notificaciones en su celular, una sensación de insatisfacción la invadió.

- Creo que esto no está funcionando -murmuró Patricia, revisando su celular, mientras Santiago, su fiel amigo, estaba a su lado en el animado patio del colegio. Ambos observaban la maraña de estudiantes que vivían sus propias vidas, ajenos a la trama que Patricia tejía con sus palabras.

- Te dije que sería una buena idea. A propósito, no veo mis créditos, Patricia.

Santiago hojeó el cuaderno de Patricia con entusiasmo, leyendo los últimos capítulos que ella había escrito sobre la supuesta relación entre Bruno y Antonella. Mientras leía, no pudo evitar sonreír ante los giros y sorpresas que Patricia había incorporado a la historia.

- Definitivamente estás superando todas las expectativas, Patricia. Este drama entre Bruno, Antonella y el grupo de porristas es simplemente épico. ¡Y esos cliffhangers al final de cada capítulo, son geniales!

Patricia rio ante el entusiasmo de Santiago.

- Me alegra que te guste. Estoy tratando de mantener a los lectores enganchados y emocionados. Pero necesito algo más, algo que realmente sorprenda a todos.

Santiago reflexionó mientras hojeaba el cuaderno. Patricia seguía mirando a su alrededor, buscando algo que pudiera inyectar vida a su historia. Sin embargo, no veía ninguna interacción interesante entre los estudiantes. Bruno Molina, persistente en sus sueños de convertirse en basquetbolista, no perdía el tiempo en nada que no fuera el baloncesto. No había ni un mínimo rumor de romance por su parte. A pesar de ser popular entre las chicas, Bruno era alegre pero reservado, amable pero directo y muy centrado en su objetivo.

- No sé cómo puedo ayudarte, Paty -dijo Santiago, refiriéndose al tierno apodo de la chica.

- Descuida, Santi. Algo se me ocurrirá, lo sé -respondió Patricia, mientras se levantaban porque el timbre anunciaba el inicio de la siguiente clase.

Con cierta pereza, Santiago se levantó de la banca, y ambos caminaron hacia el salón de clases. Patricia observaba su entorno descuidadamente, sin percatarse de un grupo de chicas frente a ella. Chocó con ellas y se disculpó de inmediato.

- Realmente lo siento, de verdad -dijo Patricia con vergüenza reflejada en su rostro.

El grupo de porristas se volteó a ver a la joven con cierta soberbia, especialmente una pelinegra con el cabello rizado.

- ¿Podrías prestar más atención al camino? Porfa... Gracias -dijo Josefina Beltrán con una sonrisa bastante falsa.

Patricia asintió con pena y se disculpó nuevamente con un tono de voz más bajo. Las porristas soltaron risas burlescas al verla, y Patricia y Santiago salieron con la cabeza agachada del pasillo con prisa.

- ¡Es tan desagradable esa chica! -dijo Santiago con molestia en su voz.

- Tranquilo, ya fue.

Santiago se dedicó a insultar a Josefina, ya que no le agradaba esa chica con aires de grandeza. Su cinismo era lo peor de todo; Santiago le tenía sangre en el ojo por muchos comentarios pasivos-agresivos que hacía Josefina hacia otros estudiantes que no fueran de su agrado. Ambos ingresaron a clases, en la tarde, es demasiado caluroso a pesar de ser comienzos de otoño.

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