Capítulo 18

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Antonella caminaba por los pasillos de la academia con sus libros en mano, dirigiéndose hacia su casillero. Las clases no eran demasiado difíciles para ella porque tenía una gran memoria, y era esencial para ella mantener las mejores notas para poder seguir en el equipo de porristas. Las miradas caían sobre ella, no porque fuera poco atractiva, sino todo lo contrario. Su belleza era cautivadora, con un rostro dulce y encantador, cabello largo y castaño oscuro, y una figura atlética y esbelta que había mostrado desde muy joven, siempre siendo una buena deportista.

Mientras Antonella revisaba distraídamente su reflejo en el pequeño espejo de su casillero, ajustando su falda escolar con movimientos precisos, una voz familiar la sacó de sus pensamientos. Al volver, se encontró con Pablo, un chico de su misma clase, con una sonrisa tímida en el rostro.

-Hola, Pablo. ¿Cómo estás? -saludó, devolviendo la sonrisa.

Pablo parecía un poco nervioso, pero su expresión se iluminó al ver a Antonella.

-Aquí, solo vagando por los pasillos hasta que te vi y decidí saludarte -respondió, jugueteando con sus manos en los bolsillos de sus pantalones.

Antonella asintió con simpatía, notando el ligero rubor en las mejillas de Pablo.

-Tuvimos las mismas clases -dijo ella, tratando de aliviar la tensión con un toque de humor.

Pablo sonrió tímidamente, sintiéndose más relajado con la cercanía de Antonella.

-Pero no te saludé adecuadamente. ¿Quieres caminar conmigo? -propuso, con un gesto amistoso.

Antonella evaluó la propuesta por un momento, antes de cerrar su casillero y unirse a Pablo en su caminata por los pasillos. Mientras se movían, intercambiaron algunas palabras sobre los exámenes próximos y el juego de baloncesto anterior.

- ¿Estudiaste para los próximos exámenes que tenemos? -preguntó ella, tratando de romper la incomodidad que percibía en el ambiente.

Pablo asintió con entusiasmo, agradecido por el cambio de tema.

- Claro, claro. ¿Y tú? -respondió, interesado en saber más sobre los hábitos de estudio de Antonella.

- Por supuesto. -Antonella respondió con confianza, sintiéndose un poco más cómoda con la conversación.

A medida que hablaban, Antonella notó un detalle que llamó la atención sobre el comportamiento de Bruno en el juego anterior. Decidió compartir sus pensamientos con Pablo, esperando obtener una perspectiva diferente.

- Pablo, ¿No encuentras raro a Bruno últimamente? -preguntó, buscando la opinión de su compañero.

Pablo frunció ligeramente el ceño, pensativo ante la pregunta de Antonella.

- ¿A qué te refieres? Yo lo veo igual que siempre -respondió, pero su expresión denotaba que estaba considerando la idea.

- Me refiero a que... no sé, está más ¿calmado? Menos gruñón -explicó Antonella, tratando de expresar lo que había observado.

Pablo asintió, reconociendo la observación de Antonella.

- Sí, supongo que está así desde el año pasado cuando perdimos las finales. Ya sabes cómo es Bruno, perfeccionista que quiere ganar siempre -comentó, ofreciendo su propia interpretación de la situación.

La conversación continuó mientras caminaban por los pasillos, y pronto llegaron a la cafetería. Pablo, notando que Antonella parecía un poco distraída, le ofreció compartir un jugo del kiosco cercano, esperando animarla un poco más. Ella aceptó mientras veía al chico sonreir de oreja a oreja e ir disparado en busca del pedido. Antonella tomó asiento en una de las mesas disponibles dejando caer su cuerpo en la silla. Su mirada recorrió la cafetería sin encontrar nada interesante, pues, Bruno parecía que se lo tragó la tierra.

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