Sudados y con el cuerpo caliente, los chicos estaban tirados sobre las gradas después del pesado entrenamiento que les dio el entrenador, corrigiendo detalles que no pueden volver a ocurrir en el próximo juego.
Pablo estaba sentado en las gradas junto a Bruno, quien no pudo evitar mirar hacia las porristas que hacían un leve calentamiento. Sin embargo, algo le llamó la atención: cierta pelirroja no estaba en el gimnasio. Sus cejas se arquearon mientras bebía de su botella.
- Antonella se ve muy seria con las chicas, ¿no crees?
- Ni idea. - respondió Bruno, restándole importancia. Pablo continuó mirando a la chica que corregía los movimientos de las integrantes una y otra vez.
- Anto está demasiado molesta, ¿no creen? - murmuró un chico detrás de ellos, Tobias. - Pobre chica, está pagando todos los platos rotos.
- Sí, me da cierta pena. - respondió otro, Camilo.
Pablo se volteó para verlos, confundido.
- ¿Qué tanto murmuran ustedes dos? Parecen dos niñas chismeando.
Tobias apuntó con la cabeza hacia las porristas.
- Hablamos de las chicas, bueno, de la nueva, la pelirroja.
Bruno dejó de buscar con la mirada y se volteó para ver a los dos jugadores del equipo, ambos relajados mirando el entrenamiento.
- ¿De qué están hablando? - dijo Bruno, con tono serio.
Camilo miró a Tobias y luego a los dos jugadores estrellas del equipo.
- ¿No saben? - murmuró. - Antonella le está haciendo la vida imposible a esa pobre chica.
- ¿Qué? - dijo Pablo, incrédulo. Bruno frunció el ceño.
Tobias continuó hablando.
- Lo que oyen. Incluso ahora mismo, la mandó a dar cincuenta vueltas en el campo de fútbol. Ahí la vi trotando.
- ¿Qué? - dijo Bruno, poniéndose de pie de inmediato. Pablo lo miró y copió su acción. - ¿Cómo que cincuenta vueltas?
- Si no nos crees, pregúntale a Anto o a cualquiera aquí, la pelirroja está en la cancha de fútbol trotando.
Pablo se volteó para ver a su amigo, quien bajaba las gradas de dos en dos, con la mirada fija en las porristas. Al verlo acercarse, la chica les dio la orden de tomar un descanso.
Con una gran sonrisa, se le acercó dando saltitos a su mejor amigo.
- Buen entrenamiento, ¿no? Están cansados...
- ¿Dónde está Patricia? - dijo Bruno, interrumpiendo a Antonella, quien se quedó quieta inmediatamente.
- ¿Por qué? - dijo a la defensiva, colocando sus manos en las caderas. - ¿Por qué preguntas por ella, Bruno?
- ¿No es acaso parte del equipo?
- Está en entrenamiento, eso es todo.
- ¿Qué entrenamiento, Antonella? Porque aquí no la veo, al menos que le hayas dado uno solo.
Antonella, algo desesperada, elevó la voz.
- Un entrenamiento especial, nada más ¿Feliz?
- Dime, cuéntame ¿De qué trata ese entrenamiento especial?
- ¡Qué insistente eres! Por dios, está trotando, en la cancha de fútbol ¿Feliz?
- ¿Y desde cuándo el entrenamiento de las porristas es en la cancha de fútbol y de esa manera? No conocía ese nuevo método.
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Cheerleader
FanfictionEn la monótona atmósfera de la Academia Privada Aurora, Patricia Castro, una escritora apasionada anónima en busca de la esencia de la vida estudiantil, se sumerge en un camino de intrigas y romances inesperados. Cuando la monotonía se desvanece, el...