Capítulo 4

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Aquella mañana con el bullicio animado de los estudiantes en el primer recreo, y Patricia se encontraba sumida en un mar de pensamientos repetitivos y alborotadores. La idea de unirse al grupo de porristas comenzaba a tomar forma en su mente, como una chispa que prometía encender la pasión que necesitaba su novela. Cada paso por los pasillos la acercaba más a la decisión que, de repente, se volvía tentadora.

Santiago, su siempre leal amigo, notó la expresión reflexiva en el rostro de Patricia y se acercó con una sonrisa buscando la manera de llamar su atención, pero al parecer, ella miraba un punto fijo ignorando por completo su presencia, así que solo optó por alzar la voz al hablar:

- ¿Dándole vueltas a algo emocionante para tu novela? -preguntó, anticipando la respuesta. Patricia asintió tan lentamente con su cabeza que apenas se pudo notar aquel gesto.

- Yo... Acabo de averiguar algo extraordinario, Santi.

Santiago arrugó su frente con curiosidad y se sentó mirando a su mejor amiga, que parecía ida del mundo terrestre. Patricia solo pensaba en el día anterior, como una película que se repetía en su cabeza una y otra vez. Dejándose llevar por sus recuerdos, Patricia recordó lo que escuchó el día anterior de todo el caos.

Aquella tarde se arrastraba con una monotonía irritante, las clases se volvían cada vez más tediosas y Patricia no podía quitarse el tema de unirse al grupo de porristas de la cabeza, pero también su mente daba vueltas la idea de que llevaba más de una semana sin actualizar, pero contra más se obligaba a escribir, no había manera de que algo bueno llegara a su mente. Cuando finalmente sonó la campana, Patricia se dirigió hacia la salida en el patio con prisa, buscando a sus musas entre la marea de estudiantes que se dispersaba. Solo veía caras comunes moviéndose hacia la salida, y el lugar ya estaba prácticamente vacío, a excepción de los miembros selectos de algunos grupos, entre ellos los jugadores de baloncesto y las porristas.

Bruno y Antonella caminaban juntos por el patio, pero en lugar de encontrar la chispa romántica que buscaba, Patricia suspiró de melancolía. "No hay química entre ellos. Mi historia no funcionará si fuerzo un romance artificial", pensó.

Santiago, su amigo, llegó con calma a su lado, ofreciéndole un jugo.

-Pareces preocupada, Patricia. ¿Sigues atascada con tu novela?

-Sí... siento que estoy forzando la relación entre mis personajes. No fluye de forma natural.

-Podrías presentar un nuevo interés amoroso para Bruno -sugirió Santiago-. Alguien que lo haga cuestionarse sus sentimientos, invéntalo o elige algunas de las chicas que han sido rechazadas silenciosamente por él.

Patricia lo consideró por un momento.

-Quizás tengas razón... Necesito algo explosivo para el próximo capítulo, algo que enganche al lector, pero inventarle un interés sería lo más forzoso que pueda imaginar.

De repente, un fuerte grito rompió el aire. Antonella corría emocionada hacia Bruno y lo abrazaba. Patricia los observaba, buscando algún indicio de atracción.

-Se ven tan... amigables -murmuró-. Como hermanos.

Santiago soltó una risa entre dientes.

-Lo sé, es un desastre. Deberías buscar otras "musas".- Dicho eso, la chica rodó los ojos con molestia todavía mirando la interacción cero amorosa entre ambos mejores amigos de pañales.

Mientras la tarde avanzaba, Patricia buscaba desesperadamente la inspiración. Observaba a los jugadores desde lejos, tratando de encontrar algo que pudiera desencadenar una nueva trama emocionante. También observaba al grupo de porristas practicar unas volteretas, cosa que le causó cierto malestar porque ella cree que es incapaz de hacer algo así. Santiago seguía a su lado con un libreto en sus manos, levantaba la mirada en ciertas ocasiones solo para ver el rostro preocupado de su amiga.

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