En medio de la negrura absoluta, Marko acababa de desvanecerse, dejando a Alessandra completamente sola. Ella estaba de pie, tocándose la frente con su mano derecha; al separarla, una figura anaranjada apareció frente a ella. Era aquella mujer llameante de nuevo.
—Pyrea...
—Gracias por confiar en mí, Alessa —respondió el espectro con tono maternal, mirándole fijamente—. Te gusta que te llamen así, ¿no es cierto?
Ella asintió con expresión seria.
—Sí, Alessa está bien. —Se encogió de hombros antes de continuar, resignada—. Supongo que no tenía otra opción, era esto o sino... ¿Morir de un colapso mental?
—Su energía sumada a la mía era mucho más de lo que tu mente es capaz de soportar, así que debíamos sacarlo de aquí.
—¿Y ahora qué? —Alessa adoptó una postura desafiante— ¿Qué piensas hacer conmigo?
La mujer de fuego negó con la cabeza y le sonrió.
—Ahora estamos vinculadas, Alessa, no puedo hacerte daño. Te necesito a ti para seguir en este mundo, así que todo mi poder te pertenece ahora.
—No lo entiendo, ¿qué sucederá ahora?
—Luego te lo explicaré todo con calma. —Pyrea tomó a Alessa de la mano—. Por ahora, necesitas despertar.
En ese instante, Alessa cerró sus ojos y desapareció en medio del vacío. Pyrea miró hacia otro lado, hacia los ojos atentos que observaban la escena desde el presente.
—Así que esto es lo que pasó anoche...
—De verdad me impresionas, Ann. —El majestuoso espectro llameante le dedicó una amplia sonrisa a Annelien, que se acercaba a paso firme—. Incluso con todo lo que acabas de ver, eres capaz de hablarme sin un solo ápice de temor.
—¿Qué tiene eso de impresionante? —La pelirroja habló con una voz muy dulce. Se detuvo a unos pasos de Pyrea y la miró con suma admiración, dibujando una sonrisa poco a poco. —¿Acaso debería tenerte miedo?
Para sorpresa del espectro, ella no estaba ni siquiera sorprendida, sino emocionada. Sonreía como una niña abriendo un regalo navideño. Era una sensación extraña para Pyrea, de alguna forma se sentía comprendida por aquella hermosa humana.
—Cualquier otro humano lo estaría. Está en su naturaleza... —La mujer de fuego se detuvo por un momento como si no encontrara las palabras—. Está en la naturaleza del ser humano, asustarse ante lo que desconoce, ante lo que no comprende, ante una verdad que jamás imaginó que podría s
—Si yo fuera como cualquier otro humano, ¿estaría aquí hablando contigo?
Pyrea negó con la cabeza, sin soltar su sonrisa.
—Estás aquí, hablando conmigo, gracias a todo lo que has hecho. Estás aquí, Ann, porque no existe otro ser humano como tú.
La bella pelirroja dejó escapar un emotivo suspiro.
—Todo este tiempo, todo lo que he hecho es buscar la verdad. Todo este tiempo he estado buscándote a ti... Pyrea... —Ann estiró su mano, con una mirada suplicante como la de una niña tímida— ¿Puedo tocarte?
La mujer espectral asintió y la mano de Annelien se deslizó entre las llamas en torno a su cabeza. Para Ann era una sensación extraña, se sentía tan caliente como brasas ardientes pero sin producirle ningún dolor, sin quemarla. Si alguna vez hubiese intentado imaginar cómo se sentiría tocar a Dios o a cualquier ser divino, de seguro se sentiría así.
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Corpus Spectrum
Science FictionHISTORIA GANADORA DE LOS PREMIOS WATTYS 2016, EN LA CATEGORÍA "NARRATIVA VISUAL". En el año 2033, un experimento fallido abrió las puertas hacia una dimensión desconocida, dando entrada a una amenaza que ahora acecha desde las sombras. Dos años desp...