15. Memoria descriptiva

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Una vez llegaron al laboratorio, la puerta se abrió y las largas escaleras se mostraron ante ellos. Juntos comenzaron a descender.

—¿Me creería si le dijera que todavía no recuerdo haber bajado por aquí? —dijo Marko mientras terminaba de bajar las escaleras de entrada al laboratorio, con Richard bajando delante de él.

—Es muy probable que también se te olvide lo que estamos hablando justo ahora —le respondió su profesor sin voltear a mirarlo, mientras caminaba hacia el tablero de mando—. Puede que te tomen varias sesiones para que tu cerebro se acostumbre a este tipo de estímulos. Sin embargo, si todo sale bien no necesitaremos más sesiones.

—Ha dicho «si todo sale bien», ¿y qué podría salir mal? —Marko adoptó una actitud desafiante, no le gustaba para nada lo que acababa de escuchar. Estaba en alerta total, a sabiendas que se encontraba en desventaja si aquel hombre decidía arremeter contra él. A fin de cuentas, se hallaba en su terreno.

Esta vez, Richard sí volteó a mirarlo fijamente. Al igual que las veces anteriores, el contacto visual con él le hacía sentir una pesadez tremenda. Tuvo que hacer un esfuerzo mental para mantenerse ecuánime.

—Solo ten en mente lo que hablamos anoche —le contestó Richard mientras tomaba uno de los cascos del panel de control. Era un casco blanco, conectado a la consola central por un cable recubierto de anillos protectores, y junto a él había otro casco igual—. El tiempo corre y las cosas podrían complicarse antes de lo previsto. Mientras más pronto sepas todo, será mejor.

Cada palabra estaba siendo transmitida en directo por el diminuto micrófono que llevaba Marko. Del otro lado de la línea, Alessa y Leo escuchaban atentamente. Richard acababa de terminar de hablar sin obtener respuesta alguna de Marko. Todo lo que se escuchaba era un tenso silencio.

Supongo que no quiere que vea todo lo que hay aquí abajo. —Escucharon la voz de Marko cortando la pausa.

¿Qué estás haciendo, Marko? —Richard subió el volumen de su voz.

A continuación, se escuchó una conjunción de sonidos metálicos y electrónicos, seguidos de breves instantes de silencio.

¿Esa es...? Aghh... —Marko ahogó un grito al mismo tiempo que se escuchó un intenso zumbido.

El extraño ruido hizo vibrar los altavoces, forzando a Leo y Alessa a cubrirse los oídos. Al cesar aquel zumbido, sobrevino un nuevo silencio sostenido y sepulcral. A Alessandra se le heló la sangre y miró a Leo en busca de alguna explicación, pero él estaba tan incrédulo como ella.

—¿Qué carajo fue eso? —Ante la pregunta de Alessandra, lo único que pudo hacer Leo fue encogerse de hombros.

Finalmente, se escuchó la voz de Richard en un siniestro susurro.

—Lo siento, Marko, pero debes olvidarte de esto...



Ante sus ojos volvía a dibujarse aquella dimensión de fondo negro, con las mismas figuras eléctricas formando el piso y el techo con figuras de luz geométricas. Era la computadora de Richard tal y como la recordaba de la noche anterior, nuevamente estaba dentro.

—¿Y bien? —La voz de Richard lo hizo sobresaltarse. No se había dado cuenta de que lo tenía al lado—. ¿Qué tanto recuerdas esta vez?

Marko miró a su profesor incrédulo, enarcando una ceja. Juraría haberlo escuchado hablar en un tono jocoso, impropio de su típica actitud inexpresiva.

—No lo sé, yo... —Cerró sus ojos, intentando concentrarse para recordar, pero no tenía caso—. No mucho, la verdad. Lo último que viene a mi mente fue el momento en que usted me mostró los cascos.

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