Hooker

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Exhale, intentando calentar mis manos, pues el aire era helado.

Estaba más ansiosa que nunca, preguntándome si alguna vez saldríamos de aquel horrible lugar.

Una chica toco mi hombro y sonrió intentando calmar mi ansiedad. Llevaba varios minutos de pie allí, mirando a la nada.

Me preguntaba que estaría pasando arriba, aunque ya me lo suponía.

Toque mi espalda, recordando el dolor de aquellos golpes. Me dolía, pero era lo de menos aquí.

Comencé a preguntarme si mis padres se habrían dado cuenta de mi ausencia, aunque dada la situación no lo creía.

Me senté lentamente, examinando las cadenas. Necesitaba de una llave, pero podría estar en cualquier lado, aunque dudaba que estuviera aquí en el sótano.

Escuché como abrían la puerta y me hice bolita, viendo como un cuerpo rodaba por las escaleras y caía al piso, completamente inconsciente.

Era la chica de antes, la cual tenía varios golpes en todo su cuerpo, ni siquiera parecía respirar.

Me levanté y me acerqué lentamente, viendo como cerraba la puerta y toda fuente de luz desaparecía por completo.

Di poco más de 3 pasos y sentí la tensión de las cadenas ejercer en mis tobillos, impidiéndome ir más allá.

Voltee a mirar hacia atrás y vi la cadena pegada a la pared, suspiré y mire otra vez a la chica tirada en el piso, sin reaccionar.

Una chica rubia me miró y entendió lo que intentaba hacer, así que se estiró lo más que pudo y tocó sus piernas, comenzando a arrastrarla hacia ella.

No sabía qué hora era, ni dónde estaba, solo sabía que tarde o temprano volvería por mí.

La mera idea era aterradora, pero era algo inevitable.

Volví a sentarme en el colchón, sintiendo por primera vez la humedad en él.

Mire a mi alrededor y abrace mis rodillas, comenzando a sentir hambre de nuevo.

Escuche voces arriba e intenté prestar atención, tal vez algo que dijera me sería de utilidad para salir de aquí.

La conversación no trato de nada más que de alcohol y drogas, nada de utilidad.

Poco después, la puerta se abrió de nuevo y el emergió de esta, bajando por las escaleras de nuevo.

Se llevó el cigarro a la boca y expulsó el humo, acercándose a la chica aún inconsciente.

- ¿Aún no despierta? Si que le gusta dormir, ¿Eh? - Tocó su cuerpo con el pie y se río, alejándose de nuevo.

Todas nos quedamos calladas, intentando no llamar su atención.

- Hoy les tengo un premio especial por ser tan buenas chicas. Excepto a ti, fuiste muy grosera conmigo.

Me miró y sonrió, acercándose.

- Está noche vendré por ti, así que prepárate, cosita.

Me tomo por las mejillas y se acercó a mi rostro, apretándolas al punto que comenzaban a doler.

Intenté girar el rostro y escapar de su agarre, y como respuesta él presiono su cigarro en mi cuello.

Sentí el cigarro e intenté apartarme y levantar las manos para empujarlo, pero las cadenas me lo impedían.

Los ojos se me llenaron de lágrimas debido al ardor y no puse más resistencia, para que no lo hiciera por segunda vez.

- Buena chica, ¿Ves que nada te costaba ser obediente?

Poco más que el Síndrome de Lima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora