Dear Jeff

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- ¿Estas... Bien?

Pregunte suavemente levantándome de la cama, intentando acercarme un poco.

No sabía si comenzaba a preocuparme o no, incluso yo misma me odiaba por no saberlo con exactitud.

Lo único que quería en el momento era intentar ir suave con él, para evitar que me agarrara a los golpes. Camine con lentitud y me pregunte a mí misma por qué no me miraba, realmente me preocupaba.

Lanzo la botella hacia la pared reventándola en mil pedazos, regando su contenido por todas partes manchando las paredes.

Automáticamente me encogí e intenté apartarme más, para evitar que me golpeara.

No lo vi venir cuando me tomo por el cabello y me dio un golpe en el ojo, derrumbándome al suelo. 

Me quede mirando el suelo, sin saber que hacer. No podía contra él, y si pudiera no saldría de aquí, las cadenas no me lo permitirían.

Me había golpeado de manera bruta el ojo, tanto que incluso comencé a ver borroso por este, me maree y me congele en el sitio, sin saber cómo reaccionar.




Ahora vas a ver como en verdad trato a mis perras. Pensé a la vez que la jalaba del cabello y la arrojaba al piso, dispuesto a matarla.

Nadie me tomaría como un juego, nadie me haría perder la cabeza, no así. ¿Cree que soy su juguete? Ahora vera las consecuencias por no ser como las demás zorras.

- Te arrancare los ojos.

Dije agarrando mi cabello, tirando de él.

Algunos mechones cayeron al suelo y me reí, mientras ella miraba el suelo, completamente fría y en shock.

- Me sentiré mejor una vez haya acabado contigo. Voy a arrancarte la piel y el freire, para después comerla mientras tomo vino, ¿Me escuchaste, puta?

La tomé por el cabello para que me mirara y volví a golpearla en el rostro, el cual se llenó de sangre.

Su nariz comenzó a sangrar y lanza varios golpes a la pared y a la cama, intentando controlarme. No sabia porque, pero algo me evitaba continuar golpeándola.

Mi cabeza comenzó a dar vueltas al tiempo que tenía una extraña sensación, mientras miraba su sangre en la sudadera y en el piso.

A pesar de que estaba haciendo mi pasatiempo favorito no se sentía bien, me sentía asqueado y mareado.

Mientras la miraba me di cuenta de que no me gustaba verla sangrar y con moretones en su rostro y eso me enfureció más, no quería que causara eso en mí.

- Por qué, por qué, ¿¡Por qué!?

Se giro para intentar defenderse y tomo mis brazos, intentando pegarme una patada.

Me reí de lo pequeña y adorable que se veía intentando defenderse y jalé sus cadenas, evitando que pudiera mover las manos.

- ¡Déjame!

Grito entre el llanto con cabello enredado por todo su rostro y mis piernas temblaron, comenzando a ceder. Esa sensación amarga volvió, mientras la escuchaba suplicar por su vida.

Le di una patada en el estómago y me alejé, preguntándome si al fin la había matado, si al fin había acabado con mi tormento.

Se quedo completamente inmóvil unos segundos y por alguna razón me asusté, pensé que había muerto. Comenzó a moverse despacio e intentar levantar su cuerpo del suelo, aun con el cabello en su rostro. 

Poco más que el Síndrome de Lima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora