A small notebook

13 3 0
                                    


- ¿Saben qué? Mejor dejemos así. No debí hablar de esto.

No me gustaba nada lo que habían dicho, eso de "dejarla en libertad" no me gustaba nada.

- ¿Por qué? Si nos lo contaste es porque confías en nosotros, ¿No? Solo estamos opinando.

- Bueno, y esa mierda de "Si la amas déjala ir", ¿A qué viene eso? ¿Y yo acaso dije que la amaba? No la amo, esos temas del amor son ridículos. ¿Yo? ¿Enamorarme de ella? Ya quisiera verme en esa situación.

Me reí y encendí otro cigarro, comenzando a sentirme ansioso por alguna razón.

- Si tanto te incomoda no opinare nada más al respecto, mejor cambien de tema, iré a prepararme algo.

Dijo la pelinegra levantándose del sofá en dirección a la cocina, agarrándose el cabello.

- ¿Tanto te incomoda? ¿Qué es lo que te preocupa con esa chica?

Pregunto Nyras sentándose a mi lado con una botella en la mano, dejando caer su cabeza en la pared.

- Me confunde tanto y me hace odiarme tanto a mí mismo que hace poco intenté matarla, pero... Créeme que no fui capaz. Al mirar sus ojos algo me detuvo, no se... La odio, la detesto tanto pero no soy capaz de deshacerme de ella.

Hundí mi cara entre mis manos, sintiendo menos inseguridad hablándole a él que a su novia, después de todo fuimos buenos amigos durante un largo tiempo.

- Déjame decirte que... Estas jodido, hermano. Te atrae, pero no eres capaz de tratarla bien como tampoco eres capaz de dejarla en libertad. La situación esta, jodida.

Dijo y suspire, pensando en lo que acababa de decir.

- No me atrae, es guapa y todo, pero... No siento nada más por ella. ¿Cómo crees que YO sentiría amor por alguien? Todo es tan confuso que... Agh, mejor me voy.

Me levante y tome el casco y las llaves de la moto, comenzando a ponérmelo y abrocharlo, parándome frente a la puerta.

Era mucho más que incomodo hablar de eso, más con él. No sabía porque había ido en primer lugar, sobre todo a hablar sobre ella, ahora había quedado como un blando estúpido y frívolo.

Castañeé los dientes y abrí la puerta, sintiendo ahora como la ansiedad daba paso a la ira. Me había acabado de humillar frente a ellos, hablando de tonterías como los sentimientos. La aborrezco.

Por hoy no podría ir a casa, no así. No quería verla... Mucho menos hacerle daño.

Encendí la moto arrancando a toda velocidad por la carretera, la cual estaba completamente sola. El viento arremolinaba mi cabello haciéndolo enredar y aumente la velocidad, sin importarme si me estrellaba.

Por un breve instante sentí su aroma en mi nariz y frené en seco, creando un remolino de humo.

Me sentía nervioso, la carretera se veía más sola y tenebrosa que de costumbre, cuando antes estaba acostumbrado a esta soledad. Arranque la moto de nuevo esta vez mas de prisa, con afán.

Pocos minutos después llegue a casa, notando que la luz de la habitación estaba encendida.

Me apresure a entrar admitiendo con vergüenza a mí mismo que necesitaba verla, aunque me mirara con odio y se apartara de mí.

- Sigues aquí.

Incluso a mí mismo me parecía estúpido el comentario, claro que seguiría aquí.




Levante la mirada levemente con sorpresa, no esperaba que llegara tan pronto. Parecía aliviado e incluso un poco agitado, quien sabe dónde había estado.

Poco más que el Síndrome de Lima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora