Your sugary poison

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Aprete la toalla sobre mí, con frio y viendo como las gotas caían al suelo, mojándolo por completo.

Busqué con la mirada la sudadera que antes tenía puesta y recordé dejarla en el piso del baño, así que me devolví a por ella.

- ¿A dónde vas? Ven aquí.

Dijo rebuscando entre una bolsa, y de allí saco una sudadera con un lindo tono levemente rosa, igual de grande que la que tenía antes, y junto a esta, ropa interior.

Las tendió sobre la cama y me miro, expectante. Se cruzo de brazos y se sentó sobre la misma, de lado, casi dándome la espalda.

- No te pongas aun la sudadera.

Hablo en tono bajo, parecía abrumado.

Lentamente tome la ropa interior, sintiéndome nerviosa y la observe durante un momento, preguntándome si esto que estaba pasando en verdad era real.

Se sentía como un sueño, todo lo sentía tan irreal. Nunca pensé que el me permitiera darme un baño o ponerme algo más que una sudadera, era algo de ciencia ficción.

Me la puse y sentí el alivio, ya no me veía tan expuesta como antes. Justo entonces me puse el sostén y sorprendentemente era de mi talla, alcanzando a llenarlo completamente, pues no era alguien con grandes atributos.

Comencé a secar un poco mi cabello, juraba que nunca lo había sentido tan limpio como en ese momento. Entonces se acercó a mí y me tomo de la mano, tirando de mí.

Sin decir una palabra me sentó sobre la cama y del bolsillo de su sudadera saco un vendaje y un par de gasas, completamente nuevas.

Parecía un bolsillo mágico, sacaba todo tipo de cosas de ahí.

Poso sus manos delicadamente sobre mi cuello y sentí un escalofrió, estaban tan frías que parecía muerto.




- Con paciencia, no te alteres, con paciencia, no te alteres.

Me repetía una y otra vez a mí mismo, haciendo lo posible por no hacer nada fuera de lugar.

La noche anterior no había podido dormir, ni siquiera las pastillas me habían ayudado.

Desde que la vi sumergida en la tina bajando lentamente mi cubrebocas me di cuenta de algo, algo lo cual sospechaba, pero no pensé que realmente fuera así.

Sus ojos eran mi completa debilidad, la manera en la que me miro me hizo sentir un escalofrió por toda la columna, fue tan... Aterrador.

Desde esa conversación con Nyras me di cuenta de que no podía seguir así con ella, mi comportamiento era peor que el de un animal.

La odiaba a un punto inimaginable, pero también la quería cerca en todo momento, solo su olor me daba tranquilidad.

No sabía si estaba haciendo lo correcto, pero en definitiva me gustaba verla sonreír.

Sus ojos brillaban un poco más luego de que lave gentilmente su cabello, el corazón se me quería salir del pecho.

Y ahora aquí, tocando su cuello me doy cuenta de que todo esto me pone tan mal.

Me veo tan cursi, y un asco.




Por alguna razón frunció el ceño mientras me ponía el vendaje de nuevo, algo pasaba en su mente.

Termino de ajustarlo y alejo sus manos mientras acariciaba mi cabello, observándolo con atención.

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⏰ Última actualización: May 07 ⏰

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