On sale?

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Me asustaba el llamar la atención, así como me asustaba el no hacerlo.

Si llamaba la atención ellos me llevarían, y eso era lo que más me preocupaba. Pues si lo que él monstruo había dicho era cierto, probablemente me terminarían prostituyendo, aunque con suerte, me matarían rápidamente, para vender mis órganos.

Aunque si no me llevaban tendría problemas con él y probablemente me golpearía hasta dejarme inconsciente, pero no lo suficiente como para matarme, él no quería eso.

Baje mi mano lentamente y toque el costado de mi cadera, sintiendo la marca que me había hecho con el hierro.

Ya no me dolía, pero ahí seguía. Tan fresca y notable como el primer día. No entendía el porque me la había hecho, pues que recordara ninguna de las chicas la tenía.

Tal vez lo hizo como castigo, por mi "mal comportamiento" e intentar escapar. A este punto ya comenzaba a perder cualquier esperanza que yo tuviera de poder salir, o al menos salir con vida.

Mientras miles de cosas pasaban por mi cabeza las lágrimas bajaban por mis mejillas y me cubría la boca, intentando no hacer ruido alguno.

- Ella- Escuche una especie de forcejeo y luego un golpe, claramente no querían dejarse llevar.

- Ustedes quédense quietas, zorras.

Dijo mi secuestrador y las cadenas resonaron aún más en el piso, haciéndome entender que la estaban soltando para llevársela consigo.

Luego de un par de elecciones más hubo un silencio, como si hubieran terminado.

- Tiene unas muy buenas chicas aquí... ¿Pero porque tan delgadas? Me será difícil hacerlas subir de peso, chico.

Dijo un señor y algo pesado cayo en el piso, parecía ser algo así como una maleta. Pegue el oído e intente calmarme, no sería capaz de escuchar si seguida llorando.

- ¿Qué es ese sonido?

Todos se quedaron en silencio y guarde la respiración, pues los había alertado con mi sollozo.

- ¿Le molesta que hagamos una leve requisa a su casa? Nada personal, solo queremos asegurarnos de que no estemos en riesgo.

Dijo un señor un poco mayor y la sala quedo en silencio, durante unos pocos segundos.

Parecía que el que me hubieran escuchado lo ponía en una mala situación. Comencé a maldecir por dentro, pues sabía que tarde o temprano terminarían entrando a la habitación.

El que me moliera a golpes después de que se fueran era lo que más me aterraba, incluso prefería prostituirme en alguna esquina de la ciudad.

- Para nada, adelante. Aunque ya deberían saber que estamos igual de hundidos si nos descubren, así que no podría hacerles tal cosa.

Dijo él y en su voz se notaba la molestia, cuando antes era amable.

Pensé que eran dos personas, pero escuché pasos por doquier, tanto en el primer piso como unos que subían las escaleras.

Me aleje rápidamente de la puerta y mi pulso se aceleró, me estaba comenzando a sentir muy nerviosa, tanto que mis manos comenzaban a temblar.

- Mierda mierda mierda...

Susurre cuando alguien paso frente a la puerta, temiendo que la abrieran.

Limpie mis mejillas y me quede quieta, esperando lo que acontecía. Varias sombras se pararon justo detrás de la puerta y la perilla comenzó a moverse, indicando que tendría compañía.

Poco más que el Síndrome de Lima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora