Like You Do

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Respiré profundo intentando calmarme y tras varios segundos de estar con los ojos cerrados, los abrí mirando que ahora en su mano había una gran jeringa con un líquido azul. 

La clavo en mi piel y arañe las palmas de mis manos, sintiendo la punzada.

Se agacho y tras levantarse lo hizo con un cuchillo de caza, el cual se veía oxidado. Lo poso sobre mi pierna y comencé a moverme, intentando evitar que cortara mi pierna.

- Ahora pagaras el confundirme de esa manera.

Sonrió macabramente y sentí el filo del cuchillo hundirse en mi piel, lo cual me hizo gritar, completamente desesperada.

El ardor era incomparable, comencé a llorar y ahogarme con mi saliva, sintiendo como el cuchillo se enterraba cada vez más en mi pierna, de manera agresiva.

Saco el cuchillo para después hundirlo en mi pierna de un golpe, haciéndome ver las estrellas. Y de manera nada agradable.

Acerco sus manos llenas de sangre a mi rostro y acaricio mis mejillas, mientras tenía una expresión nostálgica en su rostro.

- Estaremos juntos para la eternidad... Se que llegaras a amarme, tus ojos no mienten. Ellos son tan... Bonitos.

Acerco su rostro al mío y me beso, de manera suave y lenta. De sus ojos broto sangre y me levante de golpe, despertándome en la habitación.

Mire mi pierna de inmediato y estaba completamente intacta, solo había sido una pesadilla. Tenía la frente llena de gotas de sudor que bajaban por mis mejillas, y ni hablar de mi respiración agitada.

Me frote los ojos e intente calmarme, por lo que me levante y camine hacia el baño, para lavarme la cara.

Luego de hacerlo me quede mirando varios minutos la pared, completamente fuera de mí. No pensaba en nada, solo recordaba esa pesadilla. Se sintió tan... Real.

- Solo fue una pesadilla... Él no sería capaz de hacerme algo así. Menos ahora. ¿O si..?

Me pregunte a mí misma, intentando convencerme de que no pasaría.

Pero si recordamos los primeros dos meses, fueron un completo infierno, por lo que no quedaba tranquila para nada. Se que sería capaz de hacerlo, y que había hecho cosas mucho peores.

Me senté sobre la cama, percatándome de que el vendaje en el cuello ya comenzaba a molestarme. 

Sentía comezón por alguna razón e intenté rascarme, pero no hice mucho. Jale un poco del grillete que tenía en el cuello dejando un pequeño espacio, buscando la manera de quitarme el vendaje.

- Mierda... ¿Cómo me quito esto ahora?

Clave mis uñas sobre el vendaje rascándome, pues la comezón era insoportable. Suspire e intente ignorarlo, acercándome ahora a la ventana.

Aunque el paisaje era agradable a la vista y lindo, el panorama resultaba deprimente.

No lograba ver una casa, una finca, un rancho, absolutamente nada en kilómetros. Lo único que había en ese bosque era soledad. 

Aun si me quedara sin aire gritando con todas mis fuerzas sabía que nadie me escucharía, nadie me ayudaría.

Suspire y toque los barrotes, luego intente derribarlos dándoles patadas, claro que no funciono. Lo único que hice fue torcerme el tobillo al pegar mal una patada y doblarme el pie.

- De mal en peor... Que bien.

Golpee el piso con mi puño, llena de frustración y me senté en el piso, viendo como ahora comenzaba a hincharse.

Poco más que el Síndrome de Lima.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora