Max terminará profundamente enamorado del bonito chico de pecas que llegó de intercambio a su escuela, su "primer' y único amor adolescente.
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- "Say yes to heaven, say yes to me."
— ¿Quieres pasar a mi cuarto? para que descanses un poco antes de que te vayas.
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Y ahí estaba Max, inmóvil en su lugar.
— ¿No hay problema con tu hermano?
— Está estudiando.
— ¿Y tú padre?
— Trabaja hasta tarde.
— ¿Y tú mamá?
— ¿Quieres entrar o no?
— Sí.
Sergio soltó una pequeña risa, tomó la mano de Max y casi lo arrastró para que entrara en el jardín de la gran casa de los Pérez Mendoza. Era lindo, tenía algunas sillas y bonitas flores por todas partes. Se asombró demasiado al ver dos bonitos Mercedes en el garaje abierto de la casa, ¿cómo es que Sergio llegaba a la escuela en autobús cuando tenía dos bestias en su garaje?
Entraron, Max podía jurar que sus manos comenzaban a sudar con sólo pensar que los hermanos de Sergio los verían ahí justo después de que los vieran besándose el día anterior. Era imposible ocultar su nerviosismo, no dejaba de pasar su lengua por sus propios labios. Sintió que su alma abandonaba su cuerpo al ver una gran silueta salir de la cocina, ambos chicos ya se encontraban casi a mitad de la sala de estar.
— ¡Toño! Te presento a Max.
Hijo de puta.
Sergio los había acercado más sabiendo del miedo que Max le tenía a su hermano, lo sabía mejor que nadie.
— Buenas tardes. – la voz de Max apenas se escuchó.
— ¡Hola! Ah, debo dejarlos, tengo varias páginas por terminar, ¡fue un gusto conocerte, güero! – se perdió nuevamente entre uno de los pasillos de la casa, realmente tenía prisa y nada de tiempo para molestar al amigo de su hermano.
— ¿Ves? no fue tan difícil. – nuevamente habló Sergio comenzando a caminar de nuevo, aún estaba tomando la mano de Max.
— ¿Está en la universidad?
— Sí, estudia medicina.
— Ya veo.
A la vez que caminaban rumbo al segundo piso de la casa, Max iba viendo con detalle el lugar. Veía algunas fotos que colgaban de las paredes. Sergio salía en algunas, toda su familia en algunas otras, hubo una que le llamó bastante la atención. Era Sergio con otro chico, bastante juntos para su propio gusto. Supuso que era algún familiar, así que simplemente continúo con su inspección al resto del camino. Finalmente llegaron al frente de una elegante puerta completamente blanca, chapa plateada y reluciente.
Sergio abrió la puerta, entró y lo primero que hizo fue aventar su mochila a quien sabe donde. Max lo vió con una sonrisa divertida en el rostro, retiró su propia mochila y la puso a un lado de la entrada.
