ㅤ ₍ 29 ₎ Tan frágil como la porcelana ?ˀ

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Parte dos.


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Max aún se disculpaba con el pobre Sergio. Aquel llanto que empezó frágil y suave pronto se había vuelto uno completamente salvaje e incontrolable. A pesar de las caricias y suaves palabras de Sergio, Max no era capaz de controlar su llanto, sus lágrimas ya hacían parte de un inmenso mar de pena y vergüenza.

Vergüenza, Max sentía vergüenza. Jamás imaginó que estaría llorando  desnudo del torso junto a su bonito y delicado novio. Sus deseos de continuar se habían esfumado al momento en el que sintió pequeñas gotas humedecer su propia espalda. Culpa, era el sentimiento que le hacía una buena pelea a la vergüenza. Se sentía tan culpable de tener a Sergio lagrimeando por él, junto a él.

No podía articular ni una sola frase completa. “Lo siento mucho" era lo único que salía de él. Se sentía frustrado, ¿Por qué le costó tanto seguir adelante? Tan sólo debía tocar un poco más, podía soportar la incomodidad, lo hizo una vez, estaba dispuesto a hacerlo por Sergio. ¿Sergio querría joderlo? Jamás habían hablado de eso, el sexo no era tema de conservación para ellos, no aún, simplemente todo escaló muy rápido, deseaba no haberlo besado de esa manera, sintió que hablar sobre su triste pasado era muy pronto. No había vuelta atrás, Sergio lo vió llorar en los preámbulos del sexo. Era momento justo.

Sergio no merecía que le mintiera más, no merecía que se le ocultaran cosas importantes, muy importantes. Sergio merecía la verdad por comportarse tan comprensivo con él.

Desnudez. Sentirla le causaba escalofríos, no quería separarse del cálido cuerpo de su amante.

¿Era una exageración? No fue capaz de tener sexo y ya. No había razón para llorar como un idiota, no había razón para esconderse entre los cabellos de la persona que humilló inmensamente, no había razón para sentirse culpable.

Entonces Sergio habló.

— ¿Quieres beber agua? – acarició suavemente los cabellos rebeldes que adornaban el rostro de Max, el suave movimiento hizo que pudiera ver los entrecerrados ojos irritados y llenos de pena del rubio. – Quizás debas dormir un poco, puedo dejarte aquí, iré al piso o al sofá.

Sergio intentó separarse, no lo logró pues Max lo apegó aún más a él mismo. – Quiero estar contigo.

Sergio no protestó, se quedó donde estaba. Sus cejas aún estaban curvadas por la preocupación. Había visto a Max en varios modos, lo vió llorar pero jamás a ese nivel. El pobre rubio se sintió diminuto entre los brazos de Sergio, lleno de paz pero a la vez de inquietud.

Varios minutos pasaron. Max finalmente había dejado de llorar, trataba de controlar esos molestos espasmos que lo invadían cada vez que se rompía en llanto.

¿Qué pensará Sergio al decirle que tuvo una aventura con alguien más? ¿Seguiría queriéndolo al saber que solamente fue un aventón? Sentía miedo de ser despreciado. Por fin tenía algo bueno en sus manos, no quería perderlo por nada en el mundo.

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