La relación avanzaba cada vez más. Las citas solían ser más seguidas, una o dos por semana. Solían pasar la mayoría de las tardes en casa de Sergio, en su habitación o algunas veces en el jardín.
Max solía darle pequeños obsequios a Sergio cada vez que podía. Variaban desde pequeñas flores hasta cartas escritas a mano, dibujos y algún que otro dulce. Max experimentaba su primer enamoramiento serio, jamás se imaginó escribiendo una carta a lápiz. Tampoco se imaginó saliendo casi una hora antes de su hogar para llegar acompañado a clases, ni siquiera era así con sus mejores amigos.
Max se había enamorado de su voz, sus vibras, su forma tan curiosa de pensar y actuar, de sus bellos ojos brillantes, el color de su piel lo volvía loco. Pensaba en su nombre tan pronto escuchaba su inicial, su piel podía erizarse con tan sólo recordar el espléndido y esquisto olor cítrico pero a la vez dulce de su colonia. Tal vez no era su primer amor pero posiblemente sería el último.
Su amor sería como el mar, donde se puede ver el inicio pero no el final.
La semana transcurrió con suma rapidez. Pronto había llegado aquel torneo del que tanto se hablaba entre los pasillos de cada uno de los edificios escolares. El equipo local se enfrentaría a uno vecino, el evento se llevaría a cabo en el gimnasio de la misma escuela.
El gimnasio estaba adornado con lindos listones azules y blancos siendo los colores fijos del equipo local. Las gradas estaban repletas de estudiantes emocionados, agrupados en dos partes. Las bancas de primer nivel estaban llenas por los amigos cercanos de los jugadores, ahí estaban los amigos de Max y por supuesto Sergio.Todos llevaban sus propias camisetas de deportes, cada uno con un dorsal diferente. Max optó por prestar una de sus propias camisas a su bonito novio.
Carteles decorados con cantidades excesivas de brillos abundaban por el lugar, algunas con frases motivadoras para los jugadores, otras con insultos hacia el equipo visitante, algunas otras con frases de apoyo para algún jugador en específico. El número 33 podía verse en bastantes pancartas, al parecer todos habían olvidado el pasado de Max pues el 33 era el dorsal que llevaba su camiseta por ambos lados junto con su apellido.
El partido empezó.
Los gritos no se hicieron esperar. Absolutamente toda el área de bancas era un desastre de gritos, aplausos e incluso abucheos para el equipo contrario. El equipo local logró tomar el primer punto, pronto fue el segundo y el tercero, en un punto del juego el marcador llegó a 85 / 24, los locales llevaban la de ganar y así fue. Al finalizar el partido, el marcador llevaba el 109 / 35 a favor de los azules. Max se había llevado la mayoría de puntos, era bastante hábil. Al marcar el último punto, la mayoría de los jugadores corrieron hacia él, abrazos y golpes suaves en su cabeza como forma de felicitación. Ni hablar de las gradas que habían empeorado el escándalo que llevaban. Charles casi se aventaba a la cancha para felicitar a su amigo. George estaba agarrándolo del cuello de su camiseta para que no cayera en el piso, Sergio estaba justo a su lado aplaudiendo y gritando.
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Heaven - Chestappen
FanfictionMax terminará profundamente enamorado del bonito chico de pecas que llegó de intercambio a su escuela, su "primer' y único amor adolescente. • • • • • • - "Say yes to heaven, say yes to me."