XXIV

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Aquel día pintaba bien para Souya. La salud de su hermano estaba mejor y se respiraba la paz después de las penas. Todo poco a poco empezaba a mejorar para él y su hermano. Pensaba en las cosas que estaban por cambiar, porque aún en su mente rondaban los pensamientos sobre el futuro. Se puso a acomodar las cajitas de bento sobre la mesita. La habitación de descanso que había pedido Ran era enorme, en sus adentros pensaba que ese chico debía estar muy enamorado de su hermano para asegurarse de que Nahoya se encontrara mejor de salud además de gozar de todas las comodidades posibles para su recuperación.

Las sonrisas llenas de felicidad en el rostro de Souya siempre eran un espectáculo para cualquiera que lo conociera. Su sonrisa serena y decorada de un sonrojo era algo poco visto. Rindou lo observó desde la puerta, sintió como el revoltijo de emociones en el estómago le hizo admirarlo con una mirada totalmente deslumbrada.

―¿En qué piensas? Te veo bastante feliz, no solo por la comida

―Rin― Souya dejó las cajitas a un lado― ¿hace cuanto estás allí?

Souya instintivamente llevó las manos hacia los bolsillos traseros de su pantalón, eran los nervios. Las acciones del chico siempre terminaban por enternecer a Rindou. Este abrazó a su pareja y optó por dejarle besos alrededor de sus pómulos. Amaba como se sonrojaba cuando lo besaba. Sus pequitas diminutas resaltaban con el color de su piel enrojecida.

―Apenas llegué Sou, fui...de compras ―sonrió― no esperaba verte hasta la tarde, creí que Ran se encargaría de Nahoya ahora que está fuera de peligro

―Sí, lo hará, pero no quiero dejar a mi hermano, además traje mucha comida para todos

Ambos dirigieron su mirada hacia la mesa que estaba con distintos tipos de comida en cajitas de bento y algunos envases de plástico. Rindou estaba impresionado con la variedad de comida, sonrió al ver cajitas decoradas con detalles infantiles y tiernos. Vio los onigiris decorados con pequeños corazones, rollitos de sushi y fideos soba.

―¿Acaso me trajiste comida?

―Sí...para ti y para el resto. Esta mañana me puse feliz por la noticia y decidí cocinar

―Eres admirable ―Rindou besó su mejilla― ¿cómo puedes ser tan...perfecto?

―No digas eso, es vergonzoso...

―Lo eres ―ambos se sonrieron― oye ¿esos son postres? ¿eso es Mont blanc?

―Los hice para Ran, los horneé hace poco porque Naho me dijo, espero que les guste...no soy tan bueno como mi hermano

― Qué dices, eres el mejor cocinando amor...¿Para mi hermano? ¿dónde está? ¿está aún con Nahoya?

―Los dejé solos

―Bien, iré a buscarlo

―Rin, déjalos amor, deben querer estar solos

―Amor sé lo que te digo, te esforzaste en preparar la comida. Le diré a Ran que venga, además hay algo que le tengo que dar a Nahoya

―No es necesario que Ran venga ya... ¿tienes un regalo?

―Algo así...es personal, bueno no lo es, te contaré luego amor. Lo importante es que Ran coma. Dame un momento, amor.

Rindou le dio un corto beso en los labios después de sonreírle y acomodarse los anteojos con ambas manos. Ambos estaban acostumbrados a esa cercanía y cada día esa barrera de timidez desaparecía poco a poco. Souya se quedó sentado tratando de borrar el sonrojo en sus mejillas. Se mantuvo así por un momento hasta que escuchó los pasos de otra persona.

Ran entró a la habitación con un sonrojo y una risa burlona en el rostro. Se encontraba bastante feliz, Souya lo recibió con una sonrisita y se levantó a recibirlo

Renacer [Ran x Smiley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora