VI

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El atardecer empezó a caer en las colinas, los colores caían lentamente en el cielo. El viaje de los dos chicos transcurrió entre risas y besos cortos, el tiempo transcurrió tan rápido que no se dieron cuenta cuando llegaron a la cabaña de los Haitani.

Nahoya quedó impresionado, no sabía que era lo que Ran entendía por cabaña, porque eso parecía una casa. Una casa muy bonita, con detalles rústicos y con una vista impresionante de la ciudad. Nahoya se quedó aún más impresionado al entrar a la que se suponía que era su habitación. El cuarto tenía una cama enorme, pero el piso estaba decorado con un montón almohadas, a los costados estaban un montón de bandejas de cristal llenos de dulces, palomitas y golosinas. Una gran televisión casi los reflejaba a ambos, Nahoya pensaba que ya nada más podía ser impresionante, hasta que salió al balcón. Se veía un gran lago, arboles frondosos y una vista hermosa de la ciudad.

—vaya...¿Ran, no es demasiado?

—¿De qué hablas? Es lo mínimo que haría por ti, es más, hasta que lleguen los fuegos artificiales quiero ver películas contigo

Nahoya sonrió de forma divertida. Sin saberlo poco a poco sentía que estar con Ran estaba bien. Ambos estaban echados sobre las almohadas, comían y bebían divertidos con cada película que visualizaban.

Ran amaba como Nahoya veía sus películas favoritas y un par de nuevas. Sin darse cuenta la noche había llegado y los fuegos artificiales empezaron a explotar en el cielo. Nahoya vio a Ran instintivamente

—Quiero ver ¿vamos?

—sí...

Ran fue el primero en levantarse y llevar a Nahoya de la mano. El espectáculo comenzó, las luces se veían hermosas desde donde estaban. Nahoya se veía hipnotizado por los fuegos artificiales, todo había sido perfecto. Apoyarse en la baranda y ver las luces fue lo mejor del día, o eso creyó hasta que sintió como Ran abrazaba su cintura y apoyaba su rostro en su hombro.

—¿Es bonito no?

—sí...gracias por haberme traído Ran...

Ran estaba ruborizado y optó por esconder su rostro en el hombro de Nahoya, su aroma era adictivo. Todos sus recuerdos juntos empezaron a rebobinarse en su memoria, se sentía feliz y dejó un beso suave en el cuello del pelinaranja. Nahoya sintió cosquillas y una oleada de nerviosismo.

—haría lo que fuera por ti...sabes muy bien que yo...

—Ran...

—escúchame...Nahoya sabes lo mucho que me atraes, y no solo eso, creo que te amo—Ran se sentía avergonzado, pero por fin lo sacó de su ser— desde el primer día en que te vi...me gustaste y ahora me gustas mucho más. Eres una persona dulce, aunque aparentes que no...eso no quita que ame tu carácter fuerte, amo todo de ti, sé que sientes algo por mí...lo sé cuándo te beso y te abrazo...te amo Nahoya...acepta ser mi novio...te quiero mucho, lindo...

Ran cerró los ojos y rozó su nariz contra la mejilla de Nahoya. El pelinaranja estaba impresionado y con los nervios a flor de piel. Estaba en la noche más romántica junto a Ran, sentía felicidad.

Nahoya observó las manos de Ran sosteniéndolo y una punzada de culpa lo empezó a molestar. Ran le gustaba, eso era seguro, pero la duda permanecía a razón de su enamoramiento por Muto. Algo que había aprendido era no ilusionar ni ilusionarse, su corazón había sufrido a razón de su ex amigo. Nahoya estaba decidido a rechazar a Ran, pero las palabras no lograban salir de sus labios. Ran hizo que Nahoya se diera la vuelta y lo mirara a los ojos, ese minúsculo gesto hizo que Nahoya reconsiderara todo. Que Ran le acariciara las mejillas no estaba ayudándolo.

—¿Por qué dudas Nahoya, no te gusto?

—sí me gustas...solo que...

—no importa, lo que sea que te haga dudar...haré que lo olvides ¿está bien? ¿Qué dices, lindo?

Renacer [Ran x Smiley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora