Taylor, es hija del famoso asesino Stu Macher.
Ella es novia de Tara Carpenter. Ambas tienen una vida normal... hasta que un día un loco enmascarado pone sus vidas de cabeza y a la razón de su separación.
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(Pov Sam)
- Tenemos que volver por Tara y por Taylor. - Caminé hacía las escaleras.
- Hey, Sam espera. - Se detuvo enfrente mío. - Siempre hay dos asesinos. - Trató de acercarse a mí, pero levanté el cuchillo que había agarrado segundos después de entrar al sótano y le apunté. El levantó las manos un poco y habló.
- Sam, baja el cuchillo. - Habló tenso, pero no desistí. - Mira creó... Creó que los asesinos podrían ser Tara y Taylor. - Agregó nervioso.
- ¿Qué? - pregunté frunciendo el ceño. - Tara fue quién nos trajo aquí y Taylor es hija de un asesino loco, han estado alejadas por años. ¿Qué tan bien las conoces? -
- Mejor que a ti. - Respondí firme y caminé hasta las escaleras. - Espera, espera, Sam. - Habló Richie tratando de detenerme.
Al salir miré a todos lados para asegurarme de que no había nadie.
Me acerqué a la sala, observé sobre el sillón y vi a Taylor en el suelo. Corrí hacía ella, se veía muy mal, estaba sangrando mucho y estaba inconsistente... o eso quiero creer.
Me acerqué a ella y puse mi mano sobre su herida.
- Taylor, Taylor despierta. Taylor, resiste un poco, solo un poco más por favor. - Estaba al borde de las lágrimas, tenía que encontrar a Tara, pero no quería dejar a Taylor - Volveré por ti, ¿Si?. Solo resiste volveré lo prometo. - Me paré y fui a buscar a Tara.
Subí al segundo piso y revise todas las habitaciones. Quedaba una última habitación, caminé hacia esta mirando un rastro de sangre.
Entré a la habitación viendo a alguien en el suelo, alguien al parecer inconsciente, era Amber. Si Amber está aquí, ¿Dónde esta mi hermana?
Di un último vistazo a la habitación y justo cuando estuve apuntó de salir un ruido me detuvo, venía de un pequeño closet, me acerqué lentamente con el cuchillo y puse mi mano sobre la perilla, di un suspiró y abrí la puerta rápido.
- Ay, Tara... por Dios - hablé aliviada. Estaba con las manos atadas. Acerqué el cuchillo para cortar la cinta que ataba sus manos, pero llegaron a mi mente lo que había dicho Richie. - Sam. - Trató de hablar. - Sam, por favor. - Me miró con ojos dolidos por mi decisión y yo la miré a los ojos triste y también adolorida.
[...]
Sidney y Ghostface habían caido del segundo piso, ambos adoloridos.
- Si, es difícil con una pierna herida. - Richie baja por las escaleras con el objetivo de evitar que Ghostface agarré el arma.
Veo el arma en el suelo y me apresuró a tomarla apuntando al de la máscara qué aún seguía en el suelo.
