CAPITULO 19

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"DESDE QUE ESCUCHE TU VOZ, LO DEMAS ES RUIDO"

Habían pasado dos semanas desde nuestra llegada a las tierras oscuras, aprender a leer las runas fue una tarea demasiado difícil, y lo fue más el tratar de interpretar el hechizo que necesitaba, durante nuestra estadía decidimos entrenar y mejorar nuestras habilidades, descubriendo que Dan también podía mover cosas con la mente, pero le costaba mucho, y que nuestros amigos Leo y Paula parecían volver a estar juntos.

- Creo que estas lista princesa. – escuche la voz de Lamia y deje de leer el hechizo

- Aun me siento insegura. – me acerque a ella quien me veía desde el sofá donde reposaba con un cigarrillo en sus labios

- Sabes leerlo, interpretarlo y has entrenado tu cuerpo para soportarlo, no necesitas más mi ayuda y creo que las cosas en Ander no están bien. – se puso de pie y miro por la ventana hacia su reino

- Tienes razón, creo que me acostumbre un poco a estar aquí, pero mi pueblo me necesita.

- Partirán mañana, ya lo comuniqué a los demás. – la mire con las cejas alzadas y ella me sonrió en respuesta. – tienen problemas por resolver no pueden seguir perdiendo el tiempo. – me miro por última vez y me dejo sola.

Solté un suspiro y tome mis cosas para dirigirme a la habitación que comparto con Abel, al entrar lo encontré acostado leyendo un libro, el cual dejo de lado para recibirme con una sonrisa.

- Lamia acaba de corrernos a todos. – mencione con algo de gracia

- Lo sé, mi padre me lo comunico. – se acercó a mi tomando mis manos e hizo que me sentara junto a el

- Tengo miedo. – admití en voz baja

- Tienes razón en tenerlo, pero no estás sola, vamos a lograrlo. – me abrazo y yo correspondí

- Tenemos que idear un plan, llamare a los chicos. – le di un corto beso y me salí en su búsqueda.

Nos reunimos en una pequeña oficina, al centro había una mesa redonda donde todos veíamos un mapa con todos los reinos.

- Bien, debemos llegar a Ander, a pie nos tomara cuatro semanas poder estar allá, hay que aprovechar el tiempo para hacernos de armas e información. – hable llamando la atención de todos

- El mejor camino es por la frontera de Bifum, ya que es una zona menos hostil y evitaremos futuros problemas. – me apoyo Abel.

- supongo que no entraremos al reino de las hadas – señalo Paula viendo el mapa

- lo mejor sería que no, suelen no meterse en conflictos, y de entrar a sus tierras sin permiso probablemente nos tomen como amenaza. – asentí a lo que dijo mi amigo y maestro.

- Por ahora el plan es llegar a Ander, pero después ¿Qué? – Dan se veía algo confundida

- Hay que buscar infiltrarnos al castillo, pero creo que tenemos tiempo para planearlo ¿no es así? – moví mi cabeza en afirmación a lo que Leo decía. – por ahora hay que enfocarnos en no llamar la atención, tendremos que pasar por tierras de vampiros y no sé qué tan bien recibidos seamos después de lo que paso en Vela

- Detesto a esas sanguijuelas. – el anterior miro mal a la rubia

- Pasaremos durante el día, lo más inadvertidos posible, y en caso de ataque, la prioridad es huir, no pelear. – todos miramos a Bean ante su orden

- Y sin dejar a nadie atrás. – aclaro Xim mirando a los dos que casi se mataban con la mirada.

Después de dejar establecido todo lo que haríamos y la hora en que íbamos a partir todos se fueron por su rumbo, dejándome sola con Abel, estaba por salir de ahí cuando me detuvo.

- Quiero que me acompañes a un lugar. – asentí y tomé su mano, ambos salimos del palacio y caminamos un poco antes de llegar a un pequeño rio entre el bosque.

- Es bonito. – miré el lugar, a pesar de que en Zeniq no había mucha vegetación ahí pude notar unas pequeñas flores de colores rojo y azul.

- Es mi escondite, al estar cerca del mar es una de las pocas zonas que se ha salvado de llenarse de ceniza y muerte, venia aquí siempre que me sentía aprisionado y quería huir.

- No imagino lo que sentías. – me sincere ya que, a pesar de vivir bajo las normas de ser una princesa, amaba mi reino y cada uno de sus habitantes, nunca habría pensado en huir.

- Hice algo para ti. – me dejo un segundo ahí en lo que se acercaba a una roca y sacaba una canasta que se encontraba detrás. – pude hacer algo más elegante, digno de ti, pero pensé que esto se acercaba más a mí, a lo que soy realmente. – saco una manta y velas y comenzó a acomodar todo, le ayude prendiéndolas, también coloco unos platos y algo de comida que había preparado, todo se veía muy lindo, nos sentamos en la manta, él sirvió la comida y algo de vino.

- Esto es hermoso Abel, muchas gracias. – dije con emoción

- es un placer todo lo que sea por mi mujer. –tomo mi mano y la beso ocasionando un leve sonrojo en mí. - espero te guste, no soy muy bueno cocinando y mi hermana tampoco. – se rio

- ¿Abrahel te ayudo? – asintió en respuesta. – creí que me odiaba

- No lo hace, hemos vivido una vida muy difícil, se nos ha exigido demasiado desde siempre, créeme que has vivido más tu que ella, aunque sea mayor por siglos, creo que al verte vio lo que siempre ha querido, ser amada y no hablo de mí, tú tienes amigos que están dispuestos a morir para ayudarte, y que te han apoyado en cada paso que das, ella solo me tiene a mí y la abandone. – lo último lo dijo con algo de tristeza

- También tenías derecho a disfrutar tu vida Abel, no te culpes

- Supongo, en fin, no te odia, te ama por el simple hecho de que yo lo hago, ella se ofreció a ayudarme como disculpa, ya que no te lo dirá, su orgullo es más grande. – ambos reímos.

- Gracias, de verdad, por todo, nunca imagine que mi vida cambiaria tanto en poco menos de un año

- Si me hubieran dicho que me iba a unir con la princesa de Ander habría muerto de risa.

- Sí, creo que tampoco lo hubiera creído.

- ¿no te arrepientes? – me miró fijamente

- A veces siento que yo sola me ate la cuerda al cuello, no se cuales sean las consecuencias, pero sé que estarás ahí, apoyándome, y te quiero, no me arrepiento, solo hubiera querido que las cosas fueras diferentes, tener más tiempo para conocernos, más citas, una propuesta hecha por ti y no por tu padre. – ambos reímos. – solo sé que me haces feliz y eso me basta.

- Creo que podemos solucionar lo último. – se puso de pie jalándome con él. – Amber Leen, eres la mujer más increíble que he conocido, valiente, segura, amable, algo imprudente pero eres única, nunca en todo el tiempo que he vivido conocí a alguien como tú, que desde el primer segundo que te vi estaba seguro que quería seguirte a donde fueras, cuando te veía llorar solo quería quitarte todo el dolor y darte el mundo entero y después de todos estos meses juntos tengo la certeza de que no quiero separarme de ti nunca, desde el instante que escuche tu voz, todo lo demás es ruido, es la primera vez que tengo claro algo en mi vida, se mi novia – lo mire con una gran sonrisa

- Abel... – me miro esperando la respuesta ante mi duda. – claro que sí. – sonreí y sin dudarlo me beso, haciéndome sentir una felicidad inmensa.

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