Happiness is a Butterfly || Daniel Ricciardo.

t r e s

"Me preguntó cuando
no esté ahí ¿que carajos
has estado haciendo?"
-Doja Cat.

1 de Julio 2018

Los Ángeles, California 

Daniel POV

Salí a la terraza del hotel, el lugar estaba a estallar, era mi fiesta de cumpleaños, el festejo se había salido de control y yo necesitaba tomar aire.

—Uh lo siento —dijo un acento italiano— No te ví.

Gire a ver a la dueña de la voz, vaya cuerpo, un par de minutos con esta chica y la puedo llevar a mi cama, era una joven, rubia teñida, lo podía notar por las pequeñas raíces que se veían en su cuero cabelludo, por su vestimenta podía asumir que no era invitada de mi fiesta, pero estaba buena.

—No hay lio —sonreí.

—Disculpa —nuevamente hablo— ¿De casualidad no has visto un bolso azul?

—No —mire a mi alrededor— Acabo de salir a esta terraza.

Hizo un puchero, se veía adorable.

—Vale —dicho eso camino a la salida, abrió la puerta— Ten linda noche —y salió.

•••

Italia, 2018

Baje del auto, las prácticas habían terminado, mañana seria la clasificación y debía enfocarme en poder quedar en una buena posición.

—Daniel —dijo Italiano en cuanto baje del auto— El presidente de Italia quiere saludarte.

—¿Y eso?

—Esta saludando a todos los pilotos, no te creas gran cosa.

—¿Donde esta? —pregunté amarrando el overol a mi cintura.

—En el hospitality con Cyril, y su hija menor Isabella.

—¿Cómo será un polvo en la casa presidencial? —sonreí.

—Ni lo pienses Ricciardo —me señaló— La chica tiene como 17 años, es ilegal sin mencionar que un poco enfermizo.

—Vale  —alce mis manos en señal de defensa.

Caminé al hospitality de Renault, fue fácil encontrar a Cyril, estaba en una de las mesas de la terraza hablando animadamente con lo que supuse era el presidente de Italia.

—Buenas tardes —salude.

—Daniel —se levantó Cyril del asiento— Te presento a Marco Borbón-Dos Sicilias, presidente de la República Italiana.

—Daniel, hijo —el señor se levantó y me abrazo— Este muchacho me llena de orgullo, mitad italiano.

—Un gusto Señor —estreche su mano.

—El gusto es mio —sonrió— Bella hija —dijo con un acento muy pronunciado— Ven y saluda al joven, no seas grosera.

Detrás de Marco apareció una joven, era rubia, tenía su cabello atado en un moño mal hecho, no podía ver bien su rostro porque los lentes de sol se lo cubrían del todo, era un par de centímetros más baja que yo y extremadamente delgada.