La ciudad siempre le daría miedo de una u otra forma, pues la única vez que estuvo en una, fue hace años y cuando era tan chiquito que las personas adultas le parecían gigantes. Aún era pequeño de estatura, pero podría romperle la cara a cualquiera de una simple patada, aunque no era lo que una señorita haría.
Sintió el carruaje detenerse y contuvo la respiración, por un minuto creyó que le daría un infarto de la desesperación que estaba sintiendo, pero debía intentar comportarse. Escuchó probablemente a Hirotsu tocando la puerta dos veces antes de abrirla, dándole un poco de tiempo para acomodar el kimono que le estaba apretando los órganos y cubrir su rostro con la manga.
Casi se desmaya al ver el lugar.
Si el templo de su pueblo era considerablemente grande, esta cosa tuvo que haber sido construida por una deidad cuando la humanidad apenas existía.
Había decoraciones en cada maldito rincón, farolillos que irradiaban una luz cálida, pétalos de cerezo por todas partes en el suelo; creando un camino a lo largo del puente que sobrepasaba por un diminuto lago de peces koy.
A lo lejos podían verse un grupo de personas reunidas en dos filas, dejando un espacio por donde seguramente tendría que pasar él. Tragó en seco, luchando contra sus piernas temblorosas para obligarse a caminar, yendo detrás de Hirotsu mientras el otro hombre cargaba sus pertenencias y ambos se adentraban en el sitio.
Había un olor a incienso que le adormecía la nariz, pero para su suerte y considerando que los Dioses habían escuchado sus ruegos, ellos no fueron directamente hacia el centro de reunión. Se desviaron por otro camino mucho más tranquilo, dejando que un grupo de mujeres se inclinaran ante ellos y tomaran delicadamente la mano de Chuuya, llevándolo hasta un vestidor.
Su corazón latió con tanta fuerza que se saldría de su pecho, que un hombre lo descubriera era igual de jodido que una mujer lo hiciera, y le aterraba la idea de tener que comenzar a quitarse el kimono. Kyouka había dicho que era normal, entre personas del mismo género y sobre todo entre mujeres era realmente común desnudarse sin ningún problema, sólo que él no era una.
Traía ropa interior debajo por obvias razones, pero seguía siendo terrorífico.
Una chica, quizás la más joven del grupo, le notó nervioso y se le acercó amablemente en el momento exacto donde sus manos temblaron para comenzar a deslizar su ropa por los hombros.
— Disculpe, ¿se sentiría más cómoda si la dejamos a solas?– sugirió tranquilamente, tomando un banquito para dejar las prendas básicas — Entendemos que es un día especial, por lo que tal vez necesite estar con sus propios pensamientos y ord...
— Higuchi, no se nos permite hablar con Ozaki-sama, fue lo primero que nos dejaron muy en claro– le reclamó otra mujer de una edad mayor, con cabello castaño claro — Si la señorita necesita algo, nos lo dirá
— P-Pero ella se veía...
— Vuelve aquí, niña
Chuuya sujetó a la más joven de la muñeca, haciendo que volteara y fijara su mirada en él, permitiendo que viera su leve asentimiento. Obviamente quería cambiarse de ropa estando solo, no había necesidad de tener casi diez mujeres en una sola habitación con el único propósito de ponerle su supuesta vestimenta de novia.
Entonces vio sus ojos brillar, haciéndole un par de señas a la otra mujer y percibiendo un profundo suspiro salir de sus labios. Se sintió feliz con tan poco, que le provocó una calma momentánea, antes de ver lo que tenía que usar y volver a entrar en pánico ¿Cómo mierda iba a ponerse eso sin caerse de cara contra el suelo?
Entonces volvió a entrar en pánico, no tenía ni la más mínima idea de cómo debería salir vestido para casarse.
Se tragó toda su vergüenza, estaba haciendo este pequeño sacrificio por sus hermanas, quienes valían muchísimo más que un par de dificultades para ponerse un atuendo nupcial tradicional. Respiró profundo varias veces, más de las que le gustaría admitir, pero logró superar su momento de ansiedad.
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Mentiras azules // SKK
FanfictionDazai Osamu era el hijo de un hombre despiadado, aunque lleno de riquezas hasta el tope; él, por su lado, no era más que un simple chico de un pueblo poco conocido, pero con dos maravillosas hermanas por las que estaba dispuesto a dar la vida. Así q...