12. Igual que la luna

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Cuando Tachihara le había dicho que su enamorada secreta era hermosa, no imaginaba que lo fuera tanto.

Caminaron sin rumbo fijo por un buen rato, simplemente escuchando las indicaciones o recomendaciones, dejando en claro un par de cosas y dándole varias sugerencias.

Por las noches, no debía acercarse a la cocina porque espantaban a esas horas; durante las primeras horas del amanecer, había demasiada gente en los pasillos del norte; casi al anochecer, la sala de entrenamientos para los soldados estaba repleta y no dejaba un aroma muy agradable que digamos.

Y así se fueron por todas partes, Chuuya sólo asentía o susurraba una pregunta ocasional, tratando de memorizar todos los datos nuevos que llegaban a su cabeza. Fue en una entrada al patio principal donde Tachihara se detuvo, provocando que él también lo hiciera.

Vio perfectamente un sonrojo cubriendo sus mejillas, y a pesar de que el color se confundía un poco con el de su cabello, sabía que era debido a un sentimiento en especial: vergüenza.

Decidió asomarse levemente para comprobar su pequeña sospecha, y al ver una chica en medio del jardín con un caballete de madera y una pintura en proceso, supo que se trataba de la famosa Gin.

Sonrió para sus adentros, dándole una palmadita de ánimo al contrario y caminando sin compañía hasta aquel lugar tan lleno de vívidos colores. Tachihara trató de detenerlo, pero fue en vano, Gin ya se había percatado de la presencia de la esposa de su señor.

Se quedó en completa calma, simplemente esperando a que Chuuya -o más bien, Ozaki- llegara a la par suya, con la manga de su kimono ocultando la sonrisa traviesa en sus labios. Gin no perdió la oportunidad de presentar respeto hacia su persona, dejando a un lado su pintura para ponerse de pie y hacer una reverencia muy marcada.

El pelirrojo correspondió al acto con otra leve inclinación, metiendo sus manos entre las mangas y acercándose un poco más para ver la pintura.

— Impresionante– apenas susurró, pero era totalmente audible debido a lo solitario que se encontraba el jardín — Tienes un talento sumamente divino

— S-Se lo agradezco, mi señora

No sólo su apariencia era digna de una verdadera dama de la alta sociedad, sino que su voz y su carácter también. Sus labios se curvaron ligeramente más hacia arriba al escucharla, feliz de poder entablar una conversación de la cual podría aprender más modales.

— ¿Cuál es tu nombre, querida?

— Soy Gin Akutagawa, me siento muy honrada con su presencia y su atención– respondió tan suave como las gotas de rocío en la mañana — ¿Hay algo en lo que pueda ayudarle, mi señora?

— Quisiera saber tu edad, no todos los días puedo ver a una joven con tales habilidades

— Oh, cumplí dieciocho recientemente

— Eres increíble, ¿lo sabes, no?– le halagó con total amabilidad — Muchas personas con cinco veces tu edad ni siquiera son capaces de hacer origami

Aquello ocasionó una risita en Gin, y Chuuya entendió que su educación era de tan alto nivel que incluso cubría su boca con el dorso de su mano. Su largo y lacio cabello del color de la noche se movió junto con la pequeña brisa, el listón blanco que sujetaba la parte superior resplandeció con un tenue rayo de sol proveniente del atardecer.

Quedó maravillado por su simple belleza, y definitivamente simpatizaba con el enamoramiento de Tachihara, aunque las mujeres no fueran de su preferencia romántica o sexual.

Conversaron apenas unos minutos, cuando un fuerte llamado por parte de un chico azabache atrajo la atención de ambos.

— Por favor, discúlpeme, es mi hermano mayor– pidió perdón con tanta bondad que Chuuya contuvo su admiración — Es un poco problemático, en especial cuando se trata de su compañero

Mentiras azules // SKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora