20. No te atrevas a disculparte

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La ciudad entera y sus alrededores se movilizaron lo más rápido posible en una búsqueda que, hasta ahora, estaba durando nueve días.

Dazai se recompuso en cuestión de varias horas, sentado en la esquina fría y oscura de una casa totalmente abandonada a las afueras de la ciudad, donde le costó horrores aceptar que Chuuya no estaba por ningún lado.

Salió del lugar, buscó en todas partes, siguió diversos caminos que se adentraban en el bosque y otros tantos que guiaban a las aldeas cercanas; pero no pudo encontrarlo.

Los pasos estruendosos y apresurados llegaron al palacio, reuniendo rápidamente diversos grupos de búsqueda y rescate para comenzar lo más pronto posible la operación. Sabía muy poca información sobre lo ocurrido, había sangre seca en el costado derecho de su cabeza y un fuerte dolor amenazaba con dejarlo noqueado.

Oda se encargó de liderar varias unidades, pidiéndole personalmente a Tachihara que tomara el mando de muchas otras. Dazai no estaba en condiciones para decidir qué hacer y qué no, por lo que Hirotsu estuvo dando las órdenes durante cierto período, hasta que la medicina que Yosano preparó hizo el efecto suficiente para dejar la mente de Osamu más despejada.

No hicieron falta más de dos días para encontrar pistas; huellas, rastros, testigos, rumores y una tensión que envolvió inmediatamente a toda la región. De algún modo, muchos de los socios de Yokohama se enteraron y decidieron unirse a la búsqueda sin siquiera pedir algo a cambio.

Dazai tenía el poder y la estrategia necesaria para encontrar a Chuuya en menos de una semana, pero no quería arriesgarse a que el pelirrojo sufriera las consecuencias de sus imprudentes actos. Un paso en falso y podría morir, y no se lo perdonaría jamás.

Fue hasta que Higuchi llegó de madrugada, interrumpiendo la reunión que estaba teniendo con sus soldados, junto a una chica de cabello rosa y con evidentes marcas de forcejeo.

Llena de ira, rencor y desprecio, Higuchi la sujetó del brazo fuertemente y la empujó para que llegara hasta los pies de Osamu. No tuvo que pedir explicaciones, permisos ni opiniones, Dazai conocía a la perfección lo que esa chica estaba a punto de decirle.

Por más que llorara, suplicara y gritara, la supuesta "Yuan" sabía dónde, con quiénes y por qué Chuuya había sido secuestrado.

No esperó nada más, y envió a sus dos mejores subordinados a la ubicación. Para este punto, no había nada ni nadie que pudiera detenerlo, no cuando sus ojos naturalmente color avellana se cubrieron de sangre, ansiosos de ver el cuerpo sin vida del imbécil responsable de esto.

Incluso Higuchi tragó en seco, sus manos temblorosas abrieron la puerta para salir y continuar siendo de ayuda con lo que pudiera. No había visto a Tachihara en un buen tiempo, la chica pintora desapareció de un día para otro, Agatha no le prestaba atención y... ella sólo quería averiguar la verdad.

Pero, siendo honesta consigo misma, la verdad es que no había una verdad. Al menos no dentro del palacio.

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Chuuya, por su parte, recuperó la consciencia otra vez cuando Shirase golpeó su estómago con tanta fuerza que le hizo escupir sangre.

Todo lo que pudo hacer fue soltar una risa, cargada de tanto cansancio que sonó increíblemente patética. Se ganó otro puñetazo por eso, al parecer. Ya no tuvo ganas de seguir riéndose, el zumbido de sus oídos le impedía pensar con claridad y su visión empezaba a ponerse borrosa del aturdimiento, así que permaneció callado.

Mentiras azules // SKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora