23. Libre de pecado

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Estaba harto de tener que soportar a los demás y más encima soportar sus propias estupideces. Quería resolver esto, ponerle un jodido final, y de una buena vez descansar sin miedo a morir siendo decapitado por Mori o apuñalado por alguien más.

Le costó demasiado no lanzarse a los brazos de Kouyou y suplicar por su perdón, arrastrándose por el piso para abrazar a Kyouka mientras se tropezaba con sus palabras y explicaciones inútiles. Tantos escenarios pasaron por su mente, siempre imaginó que su reencuentro con sus hermanas sería de un modo diferente, pero no lo estaba siendo.

Aclaró su garganta, dolía por el nudo que le picaba desde la tráquea. No sabía qué decir para evitar empeorar el asunto, su mente se quedaba en blanco lentamente aunque se estuviera esforzando en arreglar la situación.

Se giró para ver a Dazai, quien ni siquiera necesitó palabras, y habló en su lugar.

— Hay asuntos pendientes, por favor, pasen a esta habitación para hablar

Lo hicieron, incluso si los ojos de Kyouka se encontraban rojos por aguantar las ganas de romper en llanto, y los de Kouyou picaban hasta el punto de arder. Ver la mano de Osamu empujando suavemente el hombro de Chuuya, aunque fuese sólo para invitarlo a entrar, desató algo en ella que no pudo contener.

— C-Chuuya...– habló Kouyou, y escuchar su voz fue celestial incluso si sonaba rota  — Por favor, p-perdóname...

Dazai descubrió que la nariz del chico temblaba, al igual que su labio inferior. Y, sin embargo, no desistió.

— Hablemos de esto a-adentro, ¿sí?

Había una niña con ellos y aún así no eran capaces de ser sinceros con sus sentimientos, absolutamente nadie en ese cuarto lograba salvarse de cometer una que otra estupidez.

Pero un dicho que Hirotsu no se cansaba de repetir, y que quizás tuviera origen en la prehistoria, era el de "quien esté libre de pecado, que aviente la primera piedra". Seguramente estaba sacado de la era de los dinosaurios, aunque tenía algo de razón.

Dazai lo pensó unos segundos antes de abrir la boca, mirando con atención que Chuuya y Kouyou evitaban mirarse, y Kyouka lloraba en silencio. Tragó en seco, respirando profundo.

— No hace falta decir quién soy, así que... uuumh... mi padre, Mori Ougai, me consiguió una esposa al ser su hijo mayor y sólo para seguir con nuestro linaje, tengo otro medio hermano menor llamado Kyūsaku Yumeno, y no tengo madre

— Si, ya lo noté– interrumpió Izumi, frunciendo el seño con resentimiento — La carta de compromiso llegó tres días antes del matrimonio, preparé a Chuuya-nii para ayudarlo con su plan de asesinarte para ser felices juntos sin que se llevaran a nuestra Anne-san

— Y y-yo... yo siempre supe lo del matrimonio– admitió Kouyou finalmente, apretando los puños — No lo dije antes por miedo a hacerles daño a ustedes dos, pero después de la desaparición de Chuuya... no p-pude con esto y se lo confesé a Izumi

— Mis padres biológicos me abandonaron y unos viejos me creyeron la reencarnación del Arahabaki, Dios de la calamidad, así que intentaron sacrificarme en un ritual religioso que acabó mal y el edificio se incendió hasta las cenizas, luego una niña llamada Yuan me encontró medio muerto y me adoptaron un grupo de niños en las calles, el líder de ellos llamado Shirase volvió a abandonarme y simplemente se fue dejándome solo hasta que Anne-san me recogió

Todos miraron fijamente a Chuuya, quien, confundido por el inesperado y denso silencio, despegó la mirada del piso.

— ¿Qué? ¿No estábamos siendo honestos?– preguntó extrañado — Y ya para acabar, Shirase supo dónde estaba aquel día cuando me secuestró y agredió a Dazai, me tenía capturado hasta que el palacio me encontró, un guardia llamado Tachihara quiso ponerme a salvo, pero como soy imbécil fuí detrás de Shirase para darle cuello, pero me salió mal, creo que me envenenó y casi muero

Mentiras azules // SKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora