9. Bueno para el arroz

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Dazai despertó cuando un fuerte aroma a incienso hizo reaccionar su cerebro, sus neuronas se conectaron entre sí únicamente para abrir los ojos y descubrir que no se encontraba en la mejor de las posiciones.

Su cuerpo estaba torcido de la peor manera posible, como si se hubiera desmayado y nadie se tomó la molestia de dejarlo medianamente bien acomodado. Su cuello dolía, el omóplato derecho se sentía entumecido, apenas levantarse y sentarse sobre su futón le tornaron todos los huesos del cuerpo y juraría que incluso sus tobillos lo hicieron.

Su cabeza dolía ligeramente, talló sus ojos con ambas manos para asegurarse de que se encontraba despierto, y muy en el fondo de sí mismo se preguntaba si esto era un sueño. No sería la primera vez que creía estar despierto y no lo estaba, pero se sintió extraño el ambiente a su alrededor a pesar de que no había nada de malo.

Ya era un poco tarde, acostumbraba a levantarse cuando el sol apenas tocaba el jardín y los pequeños botones de las flores comenzaban a abrirse. Disfrutaba no dormir lo suficiente, aunque las bolsas oscuras debajo de sus ojos delataran su nulo descanso en ocasiones, le gustaba estar despierto la mayor cantidad de tiempo posible; porque, de todos modos, nunca dormía tanto.

Parpadeando un par de veces hasta aclarar por completo su vista, pudo darse cuenta de que no estaba donde recordaba haberse quedado la última vez.

Sus recuerdos se sentían desorganizados, tal vez recordaba cosas que no habían ocurrido o quizás no recordaba cosas que si lo habían hecho, y sea lo que fuese, esto le provocaba una mala sensación en el estómago. Carraspeó con la esperanza de recuperar su voz y sacar el humo del incienso de su nariz, llamando la atención de quien sea que estuviese en la otra habitación.

Hirotsu alzó la mirada hacia su dirección, tomando un cuenco con agua y vaciándolo sobre la copa de donde provenía el aroma.

— Me alegra que despertara, Dazai-san– dijo con su voz natural, cálida aunque respetuosa — Me dijeron que durmió más de lo habitual y no pude evitar preocuparme

— Mmmh, sí, sí, está bien– se quejó con el mejor humor posible, tragando saliva y sintiendo su garganta arder — ¿Me das un poco de agua, por favor?

El líquido hizo que su situación mejorara miles de veces, suspirando luego de beber todo el contenido. Sentía la mirada del mayor sobre toda su existencia, sabía que se preguntaba qué demonios había pasado esta vez para tenerlo en tal estado, ya que el insomnio se había vuelto algo normal hasta cierto punto; pero dormir en exceso fue sorprendente hasta para él.

El humo que se dispersaba por la habitación fue sacado por el balcón, deslumbrando a Dazai de inmediato debido a la luz tan repentina. Era como una especie de resaca, sólo que no había bebido ni una sola gota de alcohol anoche, y lo que tomó junto a sus amigos no fue lo suficientemente fuerte como para dejarlo en ese estado.

El sol iluminó una decoración de cristales que tenía en una pared, de colores rojizos y anaranjados, simulando un atardecer. El brillo le hizo recordar un sueño, o tal vez una realidad.

— ¿Dónde... dónde está Ozaki-chan?

— Se encuentra indispuesta, según me comentó Higuchi-chan, sus palabras específicas fueron que había tenido una mala noche y deseaba descansar– respondió Hirotsu — ¿Quiere que le avise algo en especial?

— No, no... sólo soñé algo muy extraño, ni siquiera sé por qué la mencioné a ella en un primer lugar

— Mmh, claro– se notó su poca conformidad con aquella explicación — Por cierto, Mori-sama me pidió que le diera un mensaje también

Mentiras azules // SKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora