La noche trae consigo oportunidades de arrepentirte y replantearte toda tu existencia.
Eso, para Chuuya, era más normal de lo que algunas personas pensarían, no era la primera ni la última vez que se quedaba despierto hasta tarde recordando todos los errores que alguna vez cometió.
Suspiró una vez más dentro del futón, la vista seguía siendo maravillosa y se sentía tranquilo físicamente, su cuerpo pedía descanso desde hace horas y por fin podía tenerlo. Sólo que su cabeza era otro problema, y eso no le dejaba relajarse.
Había llorado enfrente de Yosano, alguien a quien ni siquiera conocía hasta apenas esta mañana y en quien no confiaba del todo aún. Higuchi preparó su baño y de inmediato entendió que prefería la mayor privacidad posible, así que le dejó solo dentro de la bañera por un largo rato hasta que él decidió salir y avisar que había terminado. Dazai se rio por primera vez delante de sus ojos, y no sonaba tan mal como creyó.
Y, además, como anécdota que jamás olvidaría, vio a dos hombres tener relaciones sexuales sin nadie ni nada que los interrumpiera.
Dos hombres.
Dos personas que se amaban.
Su cuerpo sufrió de un fuerte escalofrío que le hizo acurrucarse bajo la manta, sus mejillas estaban sonrojadas y la vergüenza comenzaba a hacerle sentir emocionado sin razón alguna. Al menos, ahora sabía que tener preferencias por una persona de su mismo género no era malo. Quizás esa fue la parte que le entusiasmó.
Kouyou ya le había dejado en claro que no era nada antinatural, sólo que todavía era desconocido para la sociedad y algunas personas decidían mantener sus relaciones a escondidas para evitar tener problemas después. Sin embargo, esos dos no parecían tener discusiones sobre ello, él simplemente fue un visitante que no esperaban, pero con quien no tenían inconvenientes si los estaba viendo o no, a ellos les daba igual.
A Chuuya no. Se había estado preguntando todo el día lo mismo, ¿le daría igual lo que sus hermanas pensaran de él?
Sintió que sus ojos se ponían llorosos con el simple hecho de haberse preguntado aquello nuevamente, porque estaba asustado. Tan asustado de un mundo que no conocía y que seguramente lo rechazaría, dejando al niño pequeño en un rincón dentro de un callejón oscuro y abandonado, alguien que solamente quería un lugar al cual llamar hogar y personas a quienes llamar familia. Tragó el nudo en su garganta, pasando la manga de su yukata rápidamente por su rostro.
Se sentía inquieto a pesar de que el cansancio estuviera a dos minutos de matarlo, no lograba cerrar los ojos ni por un momento, pero entonces recordó lo que Dazai le había dejado muy en claro desde el primer día. A él no le importaría si se quedaba deambulando un rato por el palacio.
Así que se preparó, ajustó bien su ropa para evitar algún problema futuro con ella y encendió la vela que se encontraba en su tocador. Pero, se vio en el espejo, y ya no podía identificar bien a la persona que se reflejaba ahí; su pecho se encogió levemente por la opresión, ¿Dazai lo hubiera escogido a él en otras circunstancias?
Mierda, el cansancio hace que la gente piense idioteces.
Sacudió su cabeza ignorando esa pregunta tan estúpida, no tenía ningún motivo para tenerla dentro de sus pensamientos rodando de un lado a otro, no eran más que distracciones. De todos modos, no quería casarse con nadie, hombre o mujer o lo que fuese, le daba igual el amor.
Salió sin necesidad de esconderse, aunque uno de los guardias se ofreció a acompañarlo mientras estuviera merodeando sin rumbo alguno, y pensó que no sería mala idea por si acaso. El palacio era mucho más grande de lo que imaginaba, los pisos siempre estaban relucientes y las ventanas brillaban con la luz de la luna o del fuego en las farolas, los ruidos prácticamente no existían a excepción de sus propios pasos y los del soldado.
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Mentiras azules // SKK
Fiksi PenggemarDazai Osamu era el hijo de un hombre despiadado, aunque lleno de riquezas hasta el tope; él, por su lado, no era más que un simple chico de un pueblo poco conocido, pero con dos maravillosas hermanas por las que estaba dispuesto a dar la vida. Así q...