15. Quiero tu atención

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Dazai se tambaleó al intentar levantarse, apenas siendo capaz de tener un pie frente al otro sin irse de cara contra el suelo.

No recordaba absolutamente nada de lo que pasó ayer, sólo sabía que tenía un vendaje nuevo en el brazo, una sensación cosquilleante en esa misma zona, y cuatro botellas de sake vacías en un rincón. Aguantaba muy bien el alcohol, pero tal vez se excedió un poquito.

Sus oídos zumbaron cuando quiso abrir la ventana para comprobar si era de día o de noche, tardó más de lo normal en acostumbrarse a la luz que provenía de afuera, calculando que era más o menos mediodía. Suspiró agotado, dejándose caer otra vez en su cama, viendo que había una adicional al lado de la suya.

No fue Oda, no fue Ango, no fue Yumeno. Esperaba que no haya sido Ozaki.

Tocaron su puerta en el momento exacto, antes de que su cabeza comenzara a darle mil vueltas a un asunto tan fácil de resolver como voltear ligeramente al perchero y mirar la bufanda de Hirotsu.

Otro suspiro salió de sus labios mientras se pasaba ambas manos por el rostro, bostezando y parpadeando con una lentitud que no era habitual en él.

— Dazai-san

— Me muero

— Voy a pasar

— Me estoy muriendo

— Le traje el desayuno

— ¿Tiene veneno?

— Tiene comida y un remedio para la resaca

— ¿Entonces no hay veneno?

Hirotsu entró sin dudarlo, no era la primera vez que esto sucedía y estaba seguro de que no sería la última. La bandeja de madera fue dejada a un costado de la puerta, no esperaba que Dazai realmente quisiera probar la comida, y más bien necesitaba un poco de consuelo.

Nunca entendió muy bien por qué su necesidad tan urgente de compartir calor con alguien más, en especial cuando podía usar uno de sus tantos abrigos si lo que tenía era frío. Osamu prácticamente se arrastró hasta él, alzando sus brazos, pidiendo un abrazo, y Hirotsu no era nadie para negárselo.

Con las manos llenas de vendajes, alcanzó el plato de arroz blanco y los palillos de madera, empezando a comer poco a poco. Las manos del mayor se deslizaron entre sus mechones brillantes por la luz del sol, estirándose para tomar un cepillo y comenzar a quitar los nudos de su cabello cuidadosamente.

Cuando la madre de Dazai falleció, Hirotsu tuvo que tomar el lugar de ambos progenitores, porque Mori "no tenía tiempo" ni para peinar a su hijo. Él lo sabía, conocía casi todas las historias y rumores en los que Osamu se veía entrometido, pero nunca pudo aceptar el hecho de que fuese hijo de alguien como Ougai.

No tenían absolutamente nada que ver el uno con el otro, y aún así, a veces encontraba rasgos o actitudes que el menor aprendió por malas costumbres.

Fue una mañana relativamente tranquila, se quedó con el castaño un par de horas más jugando juegos de mesa, haciendo apuestas sin sentido porque sabía perfectamente que Osamu ganaría todo el tiempo. A la hora del almuerzo general, decidieron que ya era momento de salir y dejar que les diera la luz del sol.

Todo lo que sucedió jamás sería contado, no habían razones para hacerlo, no era más que un padre pasando tiempo de calidad con su hijo.

De no ser por la existencia de Mori, todos podrían estar de acuerdo en que Dazai era hijo de Hirotsu.

La mañana de Dazai fue muy distinta a la de Chuuya, quien se despertó de golpe al escuchar la puerta de su habitación siendo azotada con fuerza. Después, escuchó el quejido de Tachihara, que estaba recostado debajo suyo y con la mitad del pecho descubierto.

Mentiras azules // SKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora