28. Un lindo collar

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Vigilaba a Kyouka jugando con los otros niños desde el interior de un cuarto, mientras le hacía caso a la señora Elena que le estaba tomando medidas. Dazai hizo exactamente lo que dijo que haría: hacerle ropa mas cómoda.

En parte, se sentía realmente halagado, y por el otro lado, su corazón latía demasiado nervioso. Esto estaba pasando, Osamu en serio tenía intenciones de proponerle matrimonio y casarse de manera oficial. No era nada raro, de hecho, ambos ya estaban en la edad habitual para eso, pero todavía era curioso.

Extendió su brazo derecho hacia el frente, y la mujer mayor anotó algo en un cuaderno. Le sonrió paniqueado a Kouyou, quien le dio una mirada comprensiva y cariñosa, para luego levantar su pulgar mostrándole que no había nada que temer.

— Muy bien, tendré los conjuntos que me solicitó listos en una semana, mi señor– dijo la señora Elena, haciendo una pequeña reverencia — ¿Puedo ofrecerle algo más?

— ¿Tendrás a tu disposición lo que pedí antes?

— Sí, por supuesto– asintió, rebuscando una pequeña cajita entre su bolso — ¿Algo más?

— Eso es todo, muchas gracias por tu trabajo, puedes irte– le indicó, dándole la señal a todos los otros ayudantes de la costurera — Que tengan un buen día

Chuuya sonrió sin poder evitarlo, amaba el lado amable y sincero de Dazai; sus creencias y prejuicios de hace medio año se habían ido por completo. Bajó del diminuto escalón donde estaba, esperando pacientemente a que el castaño terminara de hablar con Oda, mencionando quien sabe qué cosas.

Se acercó a su hermana mayor, viéndola un poco emocionada por la cantidad de telas y posibilidades para un kimono, yukata, haori o hakama. Escabulléndose entre sus brazos, se hundió en un abrazo calentito con ella, sintiendo cada parte de sí mismo relajarse. Por fin la tenía de vuelta, aunque ligeramente nerviosa por los cambios de su nueva vida.

Sabía que Kouyou no era la más emocionada por su matrimonio con Dazai, aún así lo respetaba, incluso si seguía teniendo ciertas dudas. Sólo esperaba poder adaptarse lo mejor posible sin causar más desastres matrimoniales o cosas así.

Osamu apareció de nuevo, pero con una expresión levemente preocupante.

Sin embargo, Kouyou no pareció notarlo o no le prestó atención, ya que se separó de ellos un par de metros para mantener vigilados a los niños.

Salieron en dirección al jardín, escuchando las risas de los pequeños y los pájaros cantando, con un enorme cielo azul lleno de nubes altas. Percibió el suave suspiro de Dazai, lo cual empezó a ponerlo inquieto.

— ¿Pasa algo?– le preguntó, y Dazai sonrió por su tierna actitud — ¿Estás bien? Creo que deberías dormir un par de horas más, tal vez no...

— Estoy bien, Chibi, no es nada– contestó, pero no dejó conforme al pelirrojo, quien le dio una mirada de reproche — Bien, bien, pero no hagas eso, me dan ganas de estrujarte esa linda carita tuya

— Ve al grano, idiota– se quejó con las mejillas sonrojadas — ¿Es algo sobre nuestro... m-matrimonio?

— ¡Owwww, Chuuya, estás aceptando que vamos a casarnos algún día!– dijo entusiasmado, con un par de estrellas imaginarias resplandeciendo en sus ojos — ¡Eres tan dulce, no sabes cuánto te adoro!

Maldito sea el día en que sus sentimientos cambiaron, su yo del pasado ya habría asfixiado correctamente a ese estúpido.

Por culpa del amor que le tenía al palo de bambú es que estaba echando humo por las ojeras, debido a lo penoso que era cuando Dazai gritaba a los cuatro vientos lo mucho que le encantaba. Y sí, era mutuo, pero existía algo llamado dignidad en su interior que le gustaría conservar por el momento.

Mentiras azules // SKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora