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Do Do-hee se aproximó velozmente, encontrando a Do Seo-ri con las manos sobre la boca, perpleja. Pronto, las piernas de Seo-ri cedieron, y la arrojaron al suelo.
— ¡Señora! ¡Señora, despierte! — rogó, esforzándose por abrir los ojos de la mayor —. ¡Por favor! ¡Despierte! ¡Despierte, señora, despierte ya! Si es una broma, ya caí. Despierte ya. Estoy aquí, ya llegué, por favor —.
Las lágrimas brotaron rápidamente; Do-hee, al ver la angustia de su hermana, parecía incapaz de articular palabra o movimiento. Con una mano, tocó su propio pecho, sin apartar la mirada de la anciana. Un ardor en el pecho, en los ojos y en las mejillas acompañó las lágrimas cálidas.
Sentía una mezcla de emociones indescriptibles, como si el mundo intentara arrebatarle todo lo que alguna vez amó. Comenzando por sus padres, quienes, al permanecer juntos, le prodigaban un amor exagerado, como si quisieran anticipar el afecto que luego ya no podrían brindarle.
Por otro lado, la señora Joo, al ser más reservada, ofrecía un amor idéntico al de sus padres, aunque de manera más abrumadora. Un afecto puro y acogedor que hacía que Seo-ri olvidara todo, a pesar de las bromas pesadas y las reprimendas.
El silencio pesado llenó la habitación mientras Do Do-hee continuaba suplicando y sacudiendo a la señora Joo en un intento desesperado de despertarla. Las lágrimas de Do Seo-ri caían incesantes, y su desesperación se palpaba en el aire.
Jeong Gu-won, observando la escena con una mezcla de compasión y pesar, se acercó a las chicas. Su expresión era seria, pero sus ojos reflejaban una profunda comprensión de la tristeza que las embargaba.
— Lamento mucho lo que están pasando — dijo Jeong Gu-won con voz suave, posando una mano reconfortante en el hombro de Seo-ri.
Do-hee, incapaz de contener el dolor, se aferró a la esperanza.
— ¡Señora Joo, por favor, despierte! No puede dejarnos así. ¡Por favor! — imploró, su voz temblorosa revelando la intensidad de su angustia.
Sin embargo, la señora Joo permanecía inmóvil, como si estuviera sumida en un sueño eterno. Las lágrimas de Seo-ri mojaban su rostro mientras intentaba procesar la impactante realidad de la pérdida.
Jeong Gu-won, aunque usualmente imperturbable, mostró una expresión de tristeza mientras observaba la escena. Se preguntaba cómo podría consolar a las chicas que, en su desesperación, clamaban por un milagro que no se materializaba.
El tiempo pareció detenerse en ese momento, marcado por el dolor y la impotencia. Do-hee y Seo-ri, aferrándose a la esperanza y enfrentándose a la cruda realidad, compartían un dolor que los demás solo podían imaginar. La señora Joo, en su quietud, dejaba un vacío irremplazable, un recordatorio sombrío de la fragilidad de la vida.
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MY PERSONAL DEMON | Jeong Gu-won
FanfictionEn la sombra opaca de la vida de Do Seo-ri, la pérdida temprana de sus padres arrojó sombras de culpa sobre su corazón, culpando a su hermana menor, Do Do-hee, por la trágica muerte de sus progenitores. Sin embargo, la oscura trama del destino da u...