Actualidad.
Auretta.
Sabía que en esta vida no tenía el control de muchas cosas, pero que las decisiones que tomara a lo largo de está influenciarían a gran escala. Había aprendido mucho y de cosas malas.
Podía contar con los dedos de mis manos todo lo bueno que había venido a mi, pero recordarlo era como condenarme a un sufrimiento infinito.
Miré a Nevan, y sus ojos suplicantes era lo único en lo que podía concentrarme. El corazón me latía a mil, estaba tan acelerado que apenas podía oír el sonido de nuestras respiraciones.
Todo había ido tan bien que se sentía como un sueño, tan irreal que era difícil de creer. Estaba confiada, había creído ciegamente en algo que había sentido que podía tocar con mis manos, pero fui ciegamente ingenua.
Creí en falsas esperanzas y había sido traicionada de la peor forma por una persona en la cual confiaba.
Apuntaba a Nevan, en medio del bosque de la noche que se tragaba todo, su figura se alzaba entre las sombras. Estaba hecha de piedra y las palabras no podían salir. El chico estaba mudo, sin saber que hacer o que decir. La sorpresa y confusión era nuestra única compañera.
Y la luna, como siempre era la única testigo de todas nuestras desgracias.
—Por favor,—dije—No lo hagas.
Pero seguía mirándome sin decir nada. Fue sorpresivo, de repente. Una falsa ilusión que se esfumó tan rápido a como había venido, fue como una burla de la cual ninguno se había dado cuenta de su falsedad disfrazada en verdad.
Por un momento, el deseo de sentir que por fin éramos libres se había sentido tan real que me sentí estúpida, ingenua a todo lo que había pasado.
Mentira.
Mentira.
Mentira.
Mentira.
Mentira.
Mentira.
Había sido todo tan falso que eso se clavaba en lo más profundo de mi. La esperanza que Nevan nunca perdía se había contagiado a mi y la seguí porque había confiado, porque sentí que por fin me sostenía de la mano y está vez no me soltaría. Pero no estaba más que equivocada, envuelta en una nube de mentiras que se burlaban de mí.
Entonces, lo que sea que sucediera a ahora me correspondía a mi, dependía de mi. Si yo aceptaba lo que me pedía, lo que quería que hiciera, entonces quizás nada malo pasaría, pero la traición estaba siendo latente, existente entre nuestros cuerpos que se encerraban en un pequeño círculo en esta noche fría.
El invierno terminó.
Hoy era el último día.
Y había logrado una sola cosa.
Persa y Estelle lograron irse.
Pero Nevan y yo aún estabamos aquí y no en buenas condiciones. Estábamos en una mala situación, en un ambiente que dolía y nos asustaba. El peligro nos respiraba en la nuca y estábamos aterrados por alguien a quien se suponía que no debíamos tenerle miedo.
Y es que estaba apuntando un arma a la cabeza de Nevan, y lo sostenía tan fuerte que temía que ese solo toque lo hiriera.
—¿Por qué nos haces esto?—murmuré en un hilo de voz—¿Por qué tú?
—Porque es tu culpa.—me dijo—Todos ustedes llevaron el juego a otro camino.
—Yo confiaba en ti.—le hablé—No entiendo.
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Ayúdame a morir, Ethan Collins ©
Tajemnica / ThrillerFue una sola oración. »Ayúdeme a morir, Doctor Ethan.« Auretta Laetrud, una joven que quería acabar con su vida llega a Ethan en busca de ayuda. No una que él esperaba. Y Ethan, no lo comprendió. Siendo un profesional, tenía que cambiar la perspect...