Capítulo 7

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Sus ojos se abrieron con lentitud, sintiendo los párpados demasiado pesados y su vista nublada mientras intentaba enfocar el cuarto desconocido que lo rodeaba.

Se había dormido demasiado tarde el día anterior a pesar de decirle a quien sería su tutor, que solo deseaba descansar.
Sin embargo, lo único que anhelaba era tomar un baño y enredarse entre aquellas suaves y acolchadas telas que envolvían su cama para poder desahogarse como lo había querido hacer desde que se marchó de su hogar.

Dudaba de que ese día pudiera salir del castillo, siendo que sería apenas el primero que pasaría allí y necesitaba familiarizarse con el lugar y sus habitantes. Aún así, esperaba poder salir de ese lugar lo antes posible para visitar a su hermano menor.

Su pequeño y regordete rostro bañado en lágrimas, permanecía en su memoria.
Era un hecho de que tarde o temprano pasaría, aunque si hubiera sido por él, hubiera preferido permanecer soltero el resto de su vida o quizás, hasta que Sasuke consiguiera un esposo que sea digno de llevárselo para darle la vida que merecía.

Volver a Japón ya no era una opción, teniendo en cuenta que no tenía dinero ni para pagarle a un hombre porque lo lleve en su carreta hacia el muelle, mucho menos iba a tenerlo para pagar un pasaje en barco hacia aquel lejano destino.

Había pasado el día recostado en la cama, leyendo nuevamente el libro que a su hermano tanto le gustaba y uno de los primeros libros que su padre, Fugaku, le había regalado en cuanto supo que había comenzado a reconocer las letras.

La imagen de su padre llegó a su cabeza, preguntándose cómo tomaría la situación en la que Itachi ahora se encontraba.
Ciertamente, sabía que no pasaría mucho tiempo para convertirse en el esposo del duque y era muy probable, que al volver su progenitor, él ya se encontrara casado.

Hubiera deseado que él llegara en ese momento, cancelando el compromiso y llevándolo de nuevo a donde pertenecía, porque si de algo estaba seguro, era que Fugaku jamás hubiera aceptado casarlo con alguien a quien no conocía en lo absoluto.

Los suaves golpes en la puerta parecieron hacer eco en la gran habitación. Se sentó en su cama y talló sus ojos sintiendo el ardor por haber llorado durante todo el día anterior.

—Adelante.—Habló con suavidad.

Kakashi ingresó con una sonrisa, caminando de manera relajada igual que la primera vez e inclinándose ante él y a pesar de haber visto los ojos hinchados y colorados del contrario, decidió ignorarlo temiendo a que pudiera tomar a mal su intromisión.

—Mi señor, le hemos traído los barreños con agua caliente para que pueda comenzar a prepararse.

Itachi asintió, observando como varias mujeres ingresaban al lugar.

°

Iruka permanecía en silencio y con su cabeza agacha, no queriendo observar al alfa que permanecía de pie frente a él apretando los bordes de su escritorio de algarrobo pulido, provocando algunas pequeñas grietas ante la fuerza ejercida.

Minato lo observaba sentado en uno de los sillones que ocupaba la habitación, sin querer emitir palabras que pudieran enfurecer más a su hijo.

En cuanto llegó, noté el golpe en su mejilla. ¿Cómo no hacerlo? Estaba morado.—Sus dientes se apretaron y fijó su vista en el beta.— ¿Fue ella, no es así?

Iruka apretó sus manos con nerviosismo. Podría jurar que la furia del alfa parecía golpear su cuerpo como el viento más violento que se pudiera desatar.

No estoy seguro, su alteza.—Respondió con su vista baja.— No he podido comunicarme correctamente con él y por supuesto, su madre no ha dicho palabra alguna sobre eso. Pero podría arriesgarme a decir que si, es muy probable.

En las manos del Duque (NaruIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora