Capítulo 2

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Aclaración para los siguientes capítulos: Siempre que las palabras se encuentren escritas en cursiva, será cuando hablen en algunos de los idiomas que se utilizan en Luxemburgo. En caso contrario, cuando se hable en japonés, se utilizará la letra normal.


—Buenos días, alteza.

La voz suave de una joven lo hicieron abrir los ojos con pesadez. La luz del sol iluminaba su cuarto por completo cuando las grandes cortinas azules fueron corridas y le costó un poco enfocar su vista en la joven que realizaba una reverencia cuando sus ojos azules se clavaron en ella.

Buenos días para ti también, Izumi.—Murmuró con voz ronca. La joven castaña se acercó hasta la bandeja de plata que había sido colocada a un lado de su cama y se la acercó con cuidado de no tirar nada.— Lleva el desayuno al comedor, quisiera poder desayunar con mi padre.

Con un asentimiento de cabeza, la mujer dejó el cuarto en el preciso instante en el que otras criadas ingresaban a él.

El hombre respondió con un movimiento de cabeza a la reverencia que las mujeres hicieron y cuando ya se encontraba de pie, permitió que fuera vestido por ellas.

Desde pequeño había sido igual. Siempre eran las manos de las sirvientas sumisas quienes colocaban su ropa y la acomodaban de manera perfecta. Incluso, aún cuando solo era el heredero al trono.

Sintió las manos de las criadas en su cabello, queriendo peinar inútilmente su rubia cabellera y rindiéndose al instante en que aquellas zonas que querían mantener pegadas a su cabeza, se alzaban nuevamente a pesar de haberlas humedecido.
No iba a decirlo, pero siempre le divertía ver los rostros decepcionados de ellas al no poder cumplir correctamente con una simple tarea.

Salió de su cuarto antes que las mujeres, quienes permanecían inclinadas en una nueva reverencia hasta que lo vieron salir del lugar.

Buenos días, padre.—Habló el hombre, sujetando la mano del mayor en cuanto el contrario se la extendió.— Espero que haya dormido bien.

Así fue, Naruto.—Murmuró con una sonrisa.— Es maravilloso no tener tanto trabajo a mi edad.

El menor elevó una de sus rubias cejas y solo sonrió.

No puede decir eso cuando ni siquiera a llegado a los cincuenta.—Dijo sentándose en su lugar con la espalda derecha y tomando la taza de porcelana brillante que se situaba frente a él. Bebió un poco del té de hierbas que desde pequeño le encantaba para desayunar.— Aún así, supongo que el hecho de poder encontrarse cómodo sin lidiar con tantas personas y quejas, es lo que lo tiene con ese buen humor constante.—Su padre sonrió ampliamente.— A su edad espero poder estar igual de relajado que usted, padre.—Bromeó.

Sin embargo, el hombre solo elevó una de sus rubias cejas mientras observaba a su hijo beber de su té con tranquilidad.

No podrías si no tienes un heredero.—Comentó y sonrió aún más cuando vio el rostro de hastío de su hijo.— Vamos, hijo. A los diecinueve ya me había casado con tu madre y a los veinte naciste tú.—Dijo con tranquilidad.— Necesitas un heredero y sabes que no te puedes negar.

Que en paz descanse.—Murmuró Naruto ante la mención de su madre, recibiendo una triste sonrisa del mayor a su lado y notó como el hombre dirigió una mirada hacia una de las paredes, justo donde se encontraba el cuadro de una bella alfa pelirroja de ojos grisáceos.— Con respecto a mi heredero ¿No cree que puede esperar ese asunto? —Preguntó solo para distraerlo.

En las manos del Duque (NaruIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora