Capítulo 4

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Naruto podría asegurar que en su vida se había sentido tan ansioso y nervioso como en ese momento. No quería liberar su olor y demostrar su estado de ánimo, aquello lo veía como una debilidad, pero tampoco se veía con la confianza suficiente como para permitir que su aroma saliera anunciándole al omega su verdadera casta. Aún cuando sabía que Itachi ya lo había logrado reconocer.

Y es que el joven se sentía nervioso al tenerlo cerca. Pudo reconocerlo por su olor, algo amargo que se liberaba libremente en el ambiente abierto, aunque no lo suficiente para que la nariz del alfa no llegara a arder. Además, la postura recta del joven arrodillado a su lado, con la punta de sus pies dobladas y tocando el suelo, como si estuviera listo para correr hacia su hermano y protegerlo si notaba malas intenciones de parte del duque.

—Supongo que sabe el motivo de mi visita.—Comentó Naruto, después de considerar que se había quedado en silencio por demasiado tiempo.

Quería que el chico se relajara y no le parecía correcto que siendo un desconocido que había invadido su hogar, pudiera calmarlo con sus feromonas. Ansiaba poder relajarlo para que dejara atrás aquel olor amargo que le hacía sentir su garganta arder y volver a olfatear el suave aroma del té de hierbas y chocolate que había sentido en un inicio sin lograr reconocer a quien le pertenecía.

Itachi se removió algo incómodo en su lugar. Llevó una de sus manos hacía su cabello largo y atrajo la coleta hacia un lado, comenzando a jugar con un mechón sin saber que responder.

Duque o no, poco le importaba teniendo en cuenta que su madre ya le había presentado al conde Danzo. Un anciano con un parche en su ojo derecho y un olor desagradable que no se molestó en ocultar.
No le importaba que sean pertenecientes a la nobleza o que sean de familia acaudalada, quería terminar con la obsesión de su madre a encontrarle un esposo para él.

—Puedo imaginarlo.—Soltó en un débil susurro.

Claro que fue una sorpresa para él que ambos hombres llegaran en el mismo día y por la mirada atemorizada de su madre, supo que su intención nunca había sido que ambos se encontraran.

—¿Qué edad tiene?—La grave voz de Naruto lo hizo salir de sus pensamientos.

—Dieciocho años.—Respondió con simpleza.— ¿Y usted?

—Veinticinco.—Naruto miró sus guantes blancos e impecables, dudando un poco en ensuciarlos al querer recostarse hacia atrás al sentir el dolor en su espalda y por un instante, observó la postura del chico preguntándose si sus piernas no se entumían al mantener su postura.

Sus piernas estaban flexionadas y pegadas entre si, con los talones pegados a su trasero y sus manos unidas relajadamente sobre su regazo, luego de haber soltado su cabello. Su espalda se mantenía recta mientras observaba con un semblante tranquilo y una pequeña sonrisa, a su hermano jugar en el pequeño jardín.

Un suspiro escapó de los labios del menor y Naruto, finalmente, pudo reconocer el aroma relajante que había sentido al ingresar a la casa. Si, aquella suave fragancia de sus cosas favoritas le pertenecían al chico que se mantenía a su lado, relajándolo por fin al no olfatear el amargo olor que se expandía por el aire.

—Sea sincero.—Pidió Itachi llamando su atención.— ¿Qué es lo que lo trae por aquí? Se que mi madre se está empeñando en encontrarme un esposo, pero... ¿Qué éste sea un duque? —Preguntó incrédulo, sin querer sonar grosero.— No me malentienda, es un honor que usted me haya considerado para darse la oportunidad de conocerme. Sin embargo, permítame dudar al creer que no es posible que no exista alguien de una buena familia que busque poder tener el lugar de duquesa.

Naruto soltó una pequeña risa que atrajo la mirada oscura del omega. Las rodillas del duque se elevaron y apoyó sus brazos en ellas, dejando a un lado todos los modales que siempre se esforzaba en mantener incluso en sus momentos de relajación.

En las manos del Duque (NaruIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora