Capítulo 36

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No estaba seguro sobre como describir aquellas emociones que sentía, pero si sabía que la que más se mantenía en su pecho, haciendo latir su corazón con fuerza, era la felicidad.

Podía sentir los brazos de su esposo aferrarse con fuerza a su cintura, aún cuando sus ojos se encontraban cerrados y su respiración era tranquila y profunda.
No quería molestarlo. Habían estado despiertos hasta que el sol comenzó a alumbrar parte de la habitación en cuanto comenzó a salir y el alfa decidió que aquel instante era el momento ideal para dejar en paz a su omega.

Había vuelto a estar entre sus brazos, enredando sus dedos entre los mechones rubios de su marido mientras el contrario lo hacía suyo una y otra vez, cambiando de posiciones de vez en cuando, pero siempre tomándolo de una manera dulce, lenta y hasta tortuosa.

Porque Itachi había experimentado aquella sensación de estar a punto de caer en el abismo al que lo empujaba aquella pasión, aquel deseo de poder liberarse en cada movimiento rápido que su marido hacía. Sin embargo, Naruto se detenía para empujar contra él de forma lenta, haciendo que su tortura se hiciera mucho más extensa.

No podría asegurar cuando fue que comenzó a ver con otros ojos al mayor, porque bien sabía que no era aquel amor a primera vista del que había oído hablar en más de una ocasión. Naruto lo había enamorado con todo lo que tenía.
Su comportamiento para con todos, su amor hacia su hermano menor, su paciencia con él. Aquel alfa había logrado encantarlo, hechizarlo con sus maravillosos sentimientos y el cariño con el que lo miraba.

Itachi no podía asegurar cuando fue que cayó en las manos del duque, pero aquello no podía importarle menos, porque podía jurar que si su marido lo tocaba de la forma en la que lo hacía, lo miraba con aquel hermoso brillo en sus ojos azules y le hablaba con tanto amor, el omega se arriesgaría a caer en sus manos una vez más, derritiéndose en su proceso.

Lo amaba. Lo había dicho casi en todos sus gemidos aquella noche, asegurándole que pase lo que pase, ese sentimiento perduraría para toda la vida y él esperaba recibir lo mismo.
Había caído en su encanto y se había visto arrastrado por el sentimiento hasta encontrarse de rodillas a los pies de su marido, esperando una sola mirada de su parte para lanzarse a sus brazos nuevamente.

Giró su mirada cuando lo escuchó suspirar y acomodarse restregando su cabeza en su pecho. Una sonrisa se asomó en los labios del menor y con su palma, acarició la musculosa espalda de su alfa.

Podía sentir las marcas en ella. Los rasguños que se formaban de manera vertical, se encontraban sobresaltados y algo colorados. Una consecuencia al verse en el borde de aquel abismo de lujuria en múltiples ocasiones.

Miró el techo de su cuarto y un suspiro de felicidad escapó de su boca esta vez. Había salido de aquella torre sin problemas, viendo a los súbditos con los que no había tenido la oportunidad de convivir desde que fue ingresado allí, abrazando a sus tíos, a su padre y a Minato. Itachi había vuelto a ser quien era, había vuelto a su vida diaria y a los brazos de aquel que tanto amor le brindaba.

Y aún cuando la vida parecía comenzar a corregirse, la inquietud por su futuro no desaparecía.

Sabía el compromiso que tenía con el ducado, aún cuando Naruto y Minato no habían hablado de ello, porque sabía la presión por la que estaba sometido desde que llegó al castillo. No tenía idea sobre lo que ocurriría con el duque al no tener herederos, pero quería dárselos.

Independientemente de que sea sucesor del actual duque, quería ser él quien le de una familia. Quería agrandar la familia que tenían hasta el momento.

No podía evitar sentirse un inútil en cuanto pensaba en que un bebé pudiera estar creciendo en su vientre, porque sabía que aquello por el momento no era real.
¿Lo soñaba? Por supuesto. Le encantaba la idea de estar embarazado para luego, tener entre sus brazos a un pequeño bebé que se parezca a su esposo.

En las manos del Duque (NaruIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora