Capítulo 28

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Sus brazos se movían con delicadeza. Sus caderas sobresalían con el ritmo de la música, logrando que su cintura se marque aún más.
Se arrodilló sin dejar de mover sus caderas de manera circular mientras que la suave tela que llegaba justo a sus tobillos, se movía con delicadeza de un lado al otro.

El duque se recostó sobre su sillón, sintiendo las manos contrarias recorrer su torso, desde el cuello hasta su abdomen.

Naruto mordió su labio inferior, completamente concentrado en la belleza que danzaba frente a él en la privacidad de su habitación, mientras oía la música que los omegas que servían en su castillo, tocaban detrás de una larga cortina.

Itachi giró sobre su lugar y de pie, dobló su cuerpo hacia atrás con un delicado y elegante movimiento de hombros, hasta lograr tener al duque en su oscura mirada.
Se enderezó y una vez más volvió hacia su esposo, oyendo como la música iba parando poco a poco, hasta quedar de rodillas frente al rubio cuando el golpeteo del derbake se detuvo.

—Pueden irse.—Habló el duque. Su voz resonando sin fuerza en la amplia habitación.

Los omegas salieron del sitio con sus instrumentos en mano sin siquiera dirigirles una mirada a la pareja. Bien sabían que no debían hablar de absolutamente nada que tenga que ver con la privacidad de su monarca y su esposo.

—¿Te ha gustado?—Preguntó con una sonrisa.

Naruto llevó una de sus manos hacia el mentón del omega e inclinó su cuerpo hacia él.

—Oh, cariño, ni siquiera me creo merecedor de poder apreciar tu belleza.—Susurró con sus labios rozando la boca contraria.— Aún así, nuestras deidades me han beneficiado al ser un alfa con la suerte de poder hacerlo.

Itachi rio antes de que Naruto capturara sus labios en un beso hambriento.
Se inclinó un poco más y sujetó las piernas de su esposo para impulsarlo hacia arriba.

—Solo exageras.—Murmuró mientras se acomodaba mejor sobre las piernas de su alfa.

Naruto besó su cuello sin premura, olfateando el exquisito aroma de su marido mientras lo sentía estremecerse entre sus brazos.

—¿Eso crees?—Sus dientes mordieron con suavidad el lóbulo de la oreja del menor.— Eres hermoso, elegante, delicado.—Un nuevo beso fue depositado en su cuello.— Eres perfecto y eres completamente mío.

El duque se levantó con el omega en brazos. Podía sentir su cuerpo temblar ante su suave toque y los suspiros que llegaban a su oído, solo lo hacían excitarse aún más.

Aquel baile fue una verdadera sorpresa. ¿Quizás como una forma de desestresarse luego de toda la situación? ¿Quizás la emoción por volver a estar en su hogar?
Naruto no tenía idea, pero su esposo había ideado aquel maravilloso momento y lo había esperado en su habitación con los omegas preparados para comenzar con la hermosa melodía.

Ni siquiera había terminado su trabajo correctamente, pero no pensaba negarse a las peticiones de su marido. Mucho menos, cuando lo pedía en su cuarto.

Era la primera vez que lo veía vestido de esa manera e incluso, dudaba de haberle preguntado en algún momento si sabía bailar.
Aún así, su esposo lo maravilló con un hermoso atuendo casi traslúcido de tela fina y ligera, moviendo su cuerpo con gracia y elegancia.

Su cabello suelto danzaba en el aire cada vez que daba un giro y no se cree capaz de admitir lo mucho que le gustó el tenerlo de rodillas entre sus piernas.

—Podrías ser considerado un verdadero pecado ¿Sabías?—Naruto ayudó a su esposo a quitarse la parte superior de su atuendo antes de recostarlo en la cama.— Pero no me creo un santo, así que...

En las manos del Duque (NaruIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora