Capítulo 43

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¡Al fin he vuelto! Mi jefa se fue de viaje hasta el fin de semana próximo y me tocó trabajar doble turno durante esta semana y la próxima. Eso, junto a mi segundo trabajo, me ha quitado demasiado tiempo para dedicarle a la escritura, así que no he estado muy presente en mis historias. Aún así, al fin tengo un poco de tiempo el día de hoy, por lo que aproveché el momento.
Sin más que decir, que disfruten su lectura.



Naruto no podía decir que había disfrutado de sus noches con su pareja.

Claro que en un inicio todo era maravilloso. La emoción por saber que el joven que amaba con todo su corazón lo convertiría pronto en padre, anestesiaba cualquier otro sentimiento negativo que pudiera experimentar durante todo ese periodo.
Solía pasar su tiempo libre junto a Itachi, hablando sobre posibles nombres que su primogénito pudiera tener y preguntándose a quien de los dos se parecería.

Había estado presente acompañando a su pareja, sobre todo en los momentos en que se presentaban las náuseas. Se había sentido impotente por no saber de que manera tranquilizarlo y a pesar de que soltaba sus feromonas queriendo calmar su malestar, parecía no servir de mucho cuando su esposo se encontraba con la cabeza casi metida dentro de la cubeta.

Naruto sabía que un embarazo no era algo simple y no porque su esposo haya sido diagnosticado como tal, sino porque él mismo pensaba en que no debía ser tan sencillo el hecho de llevar a una pequeña criatura que crecía dentro de su propio cuerpo. Su omega se lo demostró con el cansancio que siempre parecía invadirlo.
Itachi solía esforzarse por mantenerse de pie aún cuando su vientre no estaba tan abultado. Sin embargo, el cansancio comenzaba a presentarse en él diariamente. Un síntoma común en un embarazo, de acuerdo a su doctora.

Si era sincero consigo mismo, el periodo que menos disfrutó fue el de los antojos.
Su esposo lo despertaba a altas horas de la noche para anunciarle que se sentía hambriento y a pesar de querer quedarse en su cama sintiendo el calor del cuerpo de su omega, Naruto no se veía capaz de negarse cuando Itachi lo miraba con los ojos brillantes mientras acariciaba su vientre con suavidad.
El azabache solía pedirle cualquier tipo de comida y en más de una ocasión, había terminado devolviendo todo lo que tenía en su estómago antes de siquiera probar un bocado. Aquello hacía que Naruto simplemente se frustrara y el cansancio comenzara a pasarle factura.

Porque Itachi no le pedía que le avise a una de las cocineras, sino que prefería la comida de su alfa. Mismo alfa que a pesar de sentirse molesto por tener que dejar su lecho, no se negaba a consentir a su esposo en aquellos momentos.

Por otro lado, su periodo favorito del embarazo, había sido el apetito sexual que parecía haber aumentado en el menor. Naruto nunca se negó a los pedidos de su omega cuando era casi arrastrado a la cama por el azabache.
El duque se dejaba hacer gustoso, sintiendo los suaves roces de las manos contrarias recorrer su torso. Esperaba deseoso cada noche para oír los gemidos del chico justo en su oreja, sentir sus dedos clavados en sus hombros para poder aferrarse de algo mientras sus propias manos lo sostenían de sus caderas consiguiendo que Itachi hiciera los movimientos que él deseaba.

Su vientre había crecido considerablemente y aún así, no fue un impedimento para que él pudiera demostrarle a su esposo cuanto lo amaba mediante acciones. Acciones que terminaban en palabras cursis, suaves caricias y besos cargados de amor luego de haber dejado la lujuria de lado.

Ahora, mientras oía los gritos de su marido detrás de la puerta de su cuarto, aunque sea deseaba volver a la noche de los antojos de su esposo. Prefería tener que levantarse en mitad de la noche para cocinarle esas extrañas mezclas de alimentos que tanto quería el azabache, antes de tener que escuchar sus dolorosos gritos a través de las gruesas puertas.

En las manos del Duque (NaruIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora