Capítulo 31

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—¡Su vida terminará en mis manos!

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Tres días habían pasado desde la desaparición de Sasuke.
Los habitantes del castillo se preparaban como si fueran a enfrentar una guerra donde no permitirían que el enemigo salga vencedor o siquiera, con pocas bajas.

Naruto permanecía sentado en su trono, escuchando con un semblante imperturbable todo lo que sus hombres le comentaban.

No habían podido hallar rastro de madre e hijo y a pesar de que los días continuaban pasando, el duque dudaba de que ambos se pudieran haber marchado de la capital.

Naruto había sido claro al delegar sus tareas. Cada ruta de salida se encontraba bloqueada y cada carruaje o carreta que saliera del lugar, era perfectamente registrada.
Sus hombres hacían turno en las posibles vías de escape, no permitiendo que una sola persona escapara del ducado sin que su soberano no lo sepa.

Se removió incómodo en su asiento. Colocó su brazo a un lado del apoyabrazos del trono y recostó su mentón sobre su puño, sin darle importancia al ardor de la herida en su pecho.

Ciertamente, no era el único que se encontraba mal. Su padre se había encargado de cabalgar junto a Madara y los soldados, buscando minuciosamente en la zona para que no se cometa ningún error.

Fugaku e Izuna se unieron a la búsqueda junto a los alfas que protegían el castillo, siendo el menor de los nombrados quien se encargaba de que su cuñado no enloquezca o atacara a Mikoto si es que la encontraban.

Ahora, en el salón del trono, investigaban las mismas rutas que ya se habían inspeccionado con anterioridad en un intento por no dejar nada fuera de su vista.

—Papá...—Naruto soltó en un murmullo.

—No saldrá, Naruto.—Sentenció su padre sabiendo a lo que se refería.— No estará bien hasta que le traigan a su hermano.

Esa era otra situación.

Itachi había sido encerrado. Lo habían aislado completamente en una de las torres del castillo luego de haber atacado a su esposo en cuanto tuvo su primera crisis.
Allí, de pie en la entrada del castillo y luego de haber recibido la desagradable noticia, el omega parecía haber perdido la razón y en un intento por contenerlo, Naruto había intentado abrazarlo.

Eso fue un error de su parte y lo sabía. Itachi no se encontraba bien emocionalmente al saber que su hermano pequeño, aquel a quien él veía como a su propio hijo, había desaparecido por culpa de su madre.
La consecuencia de aquella crisis y el intento por contenerlo, había sido un desagradable zarpazo en su pecho que comenzaba desde su hombro derecho hasta el lado izquierdo de su torso, justo en sus costillas.

Una herida desagradable a la vista y demasiado dolorosa. Sus uñas habían perforado lo suficiente en su piel como para lograr que su blanca e impoluta camisa, se manche de sangre rápidamente.
Y a pesar de notar el gesto horrorizado con el que lo observaba, el menor no se había disculpado, al menos en ese momento. Aún cuando sus lágrimas bajaban con mayor velocidad por sus mejillas y la mirada se le teñía de culpa.

Los guardias que aún custodiaban el castillo se apresuraron en llegar a la entrada, derribando al chico y atando sus manos detrás de su espalda como si realmente hubiera sido atrapado cortándole el cuello a su esposo.

En las manos del Duque (NaruIta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora