CAPITULO 10 VISITA

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VISITA

Él hablaba felizmente con la chica, hasta le mostraba su cuaderno. Parecía muy a gusto con ella, quizás lo más lógico era alegrarme porque él se estuviese volviendo más sociable, más abierto. Pero sentía algo que no me dejaba ser feliz por eso.

Ahora que lo pensaba, él ya no me dejaba ver sus cuadernos, no me dejaba ver lo que dibujaba. Suspiré mientras volvía mis ojos al libro. Pero de un momento a otro las palabras no tenían sentido, las unía para formar las oraciones, pero en mi cabeza no tenían ningún sentido. Cerré cansadamente el libro y lo puse en mi regazo. Miré en dirección a Inuyasha y pude ver como la linda chica se levantaba de su lugar y caminaba rumbo a la entrada. Inuyasha se quedó sentado, sin moverse, me apresure a ponerme de pie y acercarme a él. Él me aseguro de que estaba bien, así que nos dispusimos a entrar al hospital.

Mientras él estaba con Miroku volví a meterme al salón de los casilleros. No quería estar fuera y encontrarme con Kikyo o seguir soportando esas miradas de personas ignorantes. Gracias al cielo, esta vez nadie entró a la habitación hablando pestes de mí.

Fue un poco triste que se nublara tan de repente, quería seguir pasando tiempo en el jardín. Al parecer eso a Inuyasha le encantaba, su expresión lo decía todo, sus ojos normalmente oscuros se habían llenado de una pequeña chispa de alegría y en su rostro se podía notar la pequeña sonrisa que lo adornaba.

Pronto mi día termino, me despedí de él como todos los días y salí de ahí. Me detuve en el escritorio de Midoriko para firmar unos papeles, mientras los revolvía encontré la hoja de visitas de Inuyasha, me di cuenta de algo, él nunca tenía visitas.

Los sábados y domingos eran los días de visita, la mayoría de internos tenían familiares quienes viniesen a pasar un momento con ellos.

Me entristecí al volver a revisar la hoja, completamente vacía. El doctor Taisho no necesitaba anotarse, él trabajaba aquí. Pero ¿Qué pasaría con su madre o su padre? ¿Ellos no vendrían a verlo? ¿No se preocuparían por su hijo? Suspiré volviendo a poner el papel en su lugar y terminando de firmar los papeles. Con desánimo salí del hospital pensando en Inuyasha.

Esperé en la entrada por algún taxi que pasara. Pronto pude irme a casa para descansar. El día siguiente era sábado, no vendría a trabajar, pero a lo mejor podría venir como una visita.

Me levanté muy temprano, me arregle y cambie.

Tenía una idea pero necesitaba la ayuda de Lin para poder llevarla a cabo. Solo esperaba no molestarla.

Gracias al cielo estaba despierta cuando fui a su departamento.

-¿Para qué soy buena?- me pregunto una vez dentro de su apartamento.

-Necesito que me ayudes a hacer un pastel.

-¿Para qué?

-Pues, quiero ir a ver a Inuyasha y quiero llevarle pastel- contesté sonrojándome.

Ella solo me sonrió, se levantó de su lugar y fue a la cocina a disponer todo para poder hacer un pastel de chocolate. Mientras Lin hacía todo yo me dedicaba a ayudarla en cosas pequeñas, ya que no era muy buena.

-Lin, ¿Quién te enseñó repostería? - pregunte mientras batía una mezcla. Podía sonar imposible, pero no sabía mucho de Lin, a pesar de que teníamos unos meses de ser amigas, ella no me contaba mucho de su vida.

-Pues, la novia de mi hermano me regaló libros de repostería, ni ella ni Kohaku podían cocinar, así que tuve que ayudarlos– dijo sin levantar la mirada de lo que hacía.

-Ya veo. Tuviste que salvarlos de morir de hambre- pude ver como las comisuras de sus labios se levantaron para forma una pequeña sonrisa- ¿Y tu hermano que hacía? - pregunté con inocencia.

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