CAPITULO 26 COSAS QUE LASTIMAN OTRAS QUE AYUDAN

71 8 3
                                    

COSAS QUE LASTIMAN OTRAS QUE AYUDAN

Sentía como Lin clavaba sus uñas en mi brazo debido al nerviosismo que sentía, a pesar de eso no la aleje de mi. Era el único escudo que había entre ella y Bankotsu.

-Sabía que eras tú. Lin -Bankotsu sonreía al verla -Sabía que eras tú en el hospital ¿porque huiste? ¿A caso no me reconocías? ―preguntó con pesar.

-El que no me reconoció fue otro. -escupió Lin con dolor. Lo que había escuchado no era un sueño, de verdad ellos se habían encontrado en la habitación del hospital.

-No sé de qué hablas. Lin, ¿Por qué te alejas? -El hizo el intento de acercarse pero Lin me halo más hacia ella. Como intentando huir.

-Me alejo porque no tengo nada que hacer junto a usted.

-Lin... -le llamó él con voz lastimera. Jamás me hubiera imaginado que Bankotsu pudiese verse tan destrozado, tan desolado frente al rechazo de Lin. -Pensé que estabas muerta. Pensé que todo había sido mi culpa.

-Pues ves que no. Puedes limpiar tu conciencia con eso.

-No Lin. Yo...

-Dr. Bankotsu, me estaba yendo. Con permiso... -espeto ella mientras me halaba hacia la salida.

-Espera, no, no te vayas por favor. Déjame hablar contigo.

-No tengo nada de qué hablar.

-Lin, por favor. Yo...Yo te amo. Me atormentaba pensar que algo te había pasado.

-No me mientas. 'No puedes enamorarte de un paciente'. ¿No es eso lo que siempre le decía a Kag? ¿Que estaba mal que desease estar con Inuyasha? ¿Que era un error? Gracias por decirme que yo soy un error en tu vida. ¡Gracias por haberme abandonado dejando que me pudriera en este lugar! -jamás había escuchado a Lin tan enojada. -Eres un maldito, siempre pensé que vendrías por mí. Que me sacarías.

Con esas palabras entendí todo. Lo de Lin no era miedo, era enojo y dolor hacia él. Dolor que de manera inconsciente yo había avivado contándole todo lo que él me decía. No me imaginaba que su rencor podía llegar hasta el punto de hacerse oídos sordos a sus explicaciones aunque no era para menos.

-Yo no sabía. Jamás me imaginé que...

-¿Qué? ¿Qué la maldita de mi hermana me tiraría en este lugar? Muy bien Bankotsu, no tienes la culpa. Ahora déjame en paz -sentía a Lin temblar por la ira.

-Yo te envié una carta.

-Oh, si tu carta. En la que decías que deseabas que me fuera bien en la vida. Déjame reírme en tu cara. -se mofo -La leí meses después de haber salido de este lugar. Estoy segura que si la hubiese leído aquí me vuelvo realmente loca.

-Lin, no fue lo que quise decir. Yo jamás te olvidé, y jamás he querido a otra persona como te quiero a ti. Por favor, solo quería que fueras feliz. No me hagas esto. -le rogó intentando tomar su mano, Lin la retiró en el instante, era como si quemara.

-No te hago nada. Tú no te imaginas las noches que pase con miedo, frío, hambre pero más que nada con esperanza que tú me sacarás de aquí. Claro, era una chiquilla tonta e inocente. Jamás me pasó por la cabeza que para el gran doctor solo había sido una paciente más.

-¡Nunca fuiste solo una paciente! -le gritó Bankotsu alterado. -Fuiste quien me enseñó a sonreír en momentos difíciles.

-Que lastima que lo que te enseñe no duró mucho -la voz fría de Lin debió golpearlo muy fuerte porque Bankotsu no volvió a hablar.

-Lamento que hayas presenciado eso, Kag. Debo irme. -se despidió de mí con un gesto de manos y cruzó corriendo la calle. Por primera vez note los curiosos que se habían aglomerado alrededor de nosotros, Bankotsu se había quedado de pie viendo hacia donde se había marchado Lin, cuando al fin reaccionó empezó a caminar hacia ese rumbo sin darse cuenta que un auto iba justo hacia él. El estruendo del claxon lo hizo reaccionar y yo pude halar a Bankotsu de regreso a la acera.

PORCELANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora