CAPITULO 22 LOCURA

73 7 3
                                    

LOCURA


Su piel estaba pálida, casi traslúcida. Sus labios habían perdido su hermoso tono rosáceo y se habían vuelto ceniceos.

-Kag- llame, con la esperanza de que me respondiera. -Hermosa, abre tus ojos- masculle un poco más fuerte.

¿Qué... qué pasaba?

-Kag, preciosa, mírame- esta vez mi voz era suplicante.

En un momento varias personas me rodearon.

Sentí como me separaban de ella. Luchaba contra quien me halaba, pero no podía soltarme.

-Inuyasha, tranquilízate, mírame.

No quería, solo quería ver a mi Kag. Quería saber que estaba bien.

Sin darme cuenta me alejaron más y más de ella. Hasta que me dejaron dentro del hospital.

-!DÉJAME! ¡DÉJAME! ¡TENGO QUE VERLA!- gritaba a la persona que me arrastraba, luchaba contra su agarre pero me fue imposible soltarme.

-Ella estará bien, deja que la ayuden- me pedía forcejeando conmigo- Deja que la ayuden.

Todo pasó demasiado rápido que no me di cuenta en qué momento me encerraron en mi habitación.

Me pegue junto a la puerta para gritar que me dejasen salir.

-Por favor déjenme verla- musite con la garganta casi desgarrada de tanto gritar. Me dejé caer al suelo, sentándome contra la puerta, abrace mis rodillas sintiéndome derrotado.

'¿Recuerdas que tu madre se veía así? Pálida, Desmadejada. Como tú Kag.'

La voz... era la voz de....No, Bankotsu había dicho que no era real.

-No eres real- murmure en voz alta, como si necesitara decirlo para creerlo.

'¿Recuerdas que la llamabas igual que a ella?'

En ese momento un flash de memoria invadió mi mente.

-Mami, abre tus ojos por favor-le rogaba al cuerpo sin vida de mi madre.

'Tu amada Kag te ha dejado, igual como lo hizo tu mami.'

-No es verdad ¡No es verdad!- grité a la nada.

'Tu sabias que no podías estar con ella siempre. No merecías estar con ella. Jamás pudiste cuidarla como se merecía tu preciosa muñeca.'

-!Cállate! ¡Cállate! Ella estará bien...ella... ¡Volverá!-

'No mi niño, ella está muerta, al igual que tu madre, al igual que Lin. Y fue tu culpa otra vez, por no poder hacer nada.'

-No... no es verdad ¡NO!- tape mis oídos para evitar escuchar esas palabras, palabras que eran mentiras. Kag no podía dejarme, no ahora, no nunca.

'Ella está muerta, Inuyasha, acéptalo. Todo lo que te importa muere.'

-!NO! ¡NO!- comencé a gritar.

Me puse de pie y empecé a tirar todo lo que estaba a mi alcance.

No sabía bien porqué lo hacía, solo tenía la necesidad de descargar mi impotencia, mi ira, y mi miedo.

Cuando sentí que ya no tenía fuerzas volvía a caer al suelo.

Las palabras seguían repitiéndose en mi mente.

-Es mi culpa, es mi culpa.

Los gritos de mi madre y los de Lin se mezclaban en mi cabeza, esta vez agregando algo más, algo que me desgarraba. La débil voz de Kag musitando mi nombre mientras se desplomaba al suelo.

Lo llame, muchas veces, con la esperanza que esta fuese una pesadilla más, una de la que despertaría y lo vería a ella junto a mí.

Ella me diría que todo estaba bien, que me quería; luego cantaría para que me volviese a dormir.

Pero eso jamás pasó.

No supe cuanto tiempo pase tirado en el suelo, deseando despertar.

Solo fui consciente del ruido de la puerta abriéndose, una exclamación de horror y pasos dentro de la habitación.

-Inuyasha- escuche como Midoriko me llamaba -Inuyasha- su voz denotaba más y más preocupación.

-Kouga, llama al doctor Bankotsu- escuche que decía con tono alarmado.

Lo siguiente que supe fue que estaban dirigiendo una pequeña luz a mis ojos.

-Sus signos vitales están bien- escuche la voz de Bankotsu -Kouga ayúdame a moverlo a la cama.

Me cargaron hacia la cama donde Bankotsu siguió revisándome.

-Parece que está en shock, démosle unas horas para ver cómo reacciona. Midoriko, quedas pendiente de su evolución, otro ataque de esos mismos y habrá que sedarlo- Sentenció.

A mí ya no me importaba nada. Sin Kag me daba igual estar dormido o despierto, podría estar muerto. Para lo que me importaba sin ella.
-----------------------------------------------------

PORCELANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora